ENTREVISTA A MANUEL MARTÍNEZ / ALCALDE DE BECERREÁ
«Besteiro está débil por las imputaciones, no es mi culpa»
Manuel Martínez, antaño azote del PSdeG contra Cacharro, ahora ejerce de crítico del partido y su líder, Gómez Besteiro, acusando a ambos de engañarlo
—¿Se siente exmilitante del PSOE?
—No, de momento no. Me siento en stand by. Creo que sigo siendo militante del PSOE, aunque la expulsión es temporal.
—A usted le abren expediente de expulsión del partido, pero sigue siendo alcalde socialista de Becerreá...
—Aquí hay una cosa muy curiosa. Al pasar Baralla yo estoy expulsado del PSOE y no soy miembro del grupo provincial socialista. Al volver para Becerreá sí que soy miembro del PSOE y alcalde socialista. A mí nadie me ha comunicado la expulsión del grupo municipal.
—¿Y eso cómo se explica?
—Eso tienen que explicarlo los órganos del partido. Yo no lo entiendo.
—¿Su partido lo ha traicionado?
—No, me siento engañado. Básicamente por los responsables del partido en la Diputación de Lugo, más que dentro del partido, aunque a ese engaño se acaben sumando también los órganos de dirección del PSdeG.
—Hagamos un poco de memoria. ¿Quién le anima a usted a dar el paso para presidir la Diputación?
—Es una decisión personal, por pura dignidad. Yo ya me postulé en 2007 cuando Besteiro entró de presidente. Entonces había un triunvirato en el partido que decidió que fuera otra persona y lo apoyaron a él. Por responsabilidad lo acepté. Ahora volví a dar el paso.
—Aparece la advertencia del BNG de no apoyarle por estar imputado. ¿No sé temía que esto podría pasar después de lo que pasó en Lugo con Orozco?
—No. Yo creo que la amenaza no parte del Bloque. Al BNG le inducen para que ponga esa condición. Nuestra relación con el BNG era buena, llevábamos ocho años gobernando. Yo creo que fue Besteiro, en las conversaciones que mantuvo con el señor Vence.
—¿Pero por qué Besteiro tomó esa decisión?
—Es una opinión personal, pero creo que Besteiro buscaba un partido dócil, sometido y con títeres, que es lo que tiene ahora.
—¿Gómez Besteiro tiene un liderazgo débil?
—Yo creo que no lo tiene fuerte. Lo tenía más fuerte en su momento. Si hubiera dejado discurrir las cosas de forma natural, marcándole al Bloque nuestras líneas rojas, sería más fuerte. No está débil por culpa de Martínez, está débil porque tienen cuatro acusaciones judiciales que son bastante graves.
—¿Cómo era su relación personal y política con Besteiro?
—Muy buena. Tuve diferencias con él, las hablamos durante ocho años y yo no tuve queja del trato hacia mí y por mi parte en lo personal sigue siendo buena. Ahora bien, en este proceso yo me presento por iniciativa mía, llevo tres diputados que él me pide, pero si llego a saber que me iban a traicionar, no los hubiera elegido.
—¿Quién le dice, «Manuel apártate»?
—Los diputados me lo plantean el 23 de junio por la noche. Yo les dije que no aceptaba apartarme. Entonces proponen a Darío Campos porque había una buena relación con Darío y a ver si ante esta persona yo cedía. Se me ofrece de todo, hasta convertir la Diputación en un reino de taifas en el que habría tenido lo que quisiera.
—Tras la elección de Elena Candia. ¿Quiénes le piden a Manolo Martínez ese periodo de reflexión para que acabe apoyando la moción de censura?
—Recibo a amigos, conocidos y militantes que tienen peso sentimental. Me piden que reflexione. Hay una reunión y llego a un acuerdo con Darío en junio: si no hay acuerdo en un plazo renuncio a la presidencia. Yo quiero ir a Santiago y es cuándo me reúno con el BNG y Pilar Cancela. Ahí me di cuenta de que mi partido no tenía interés ninguno en defenderme y que los del Bloque venían a por mí. Se me dice que con o sin imputación yo no sería presidente. Algo ya me había dicho Luis Ángel Lago, alcantarillero mayor del PSdeG. Entonces, en beneficio del partido, comunico mi decisión de renunciar a la presidencia. Yo esperaba que pocos días después se presentara la moción de censura y que Darío advirtiera al Bloque que designaría a su antojo las áreas y delegado de su gobierno. No era así, estaban presionándolo y chantajeándome a mí.
—¿Tenía margen el PSdeG para actuar y presionar al Bloque?
—Teníamos margen. Haciendo respetar los estatutos. Yo les ofrecí mi palabra de marcharme si se abría juicio oral, pero nada les valía. Durante ocho años sí les valió mi voto. Llegué a ofrecerles un acta notarial y un escrito de dimisión firmado a falta de fecha. Nada les valía. Si mi partido hubiese aguantado la presión sobre el BNG, habrían acabado cediendo. Estoy seguro.
—¿En el proceso previo a la moción llega a hablar con Gómez Besteiro?
—Hasta el día 23 no hay problema. Hablo con Besteiro regularmente. Él me pide que, si el Bloque me veta, que le dé palabra de marcharme. Al principio me aceptaba, pero luego le influyeron. Él quiere títeres, personas a las que pueda manejar. La tercera generación de socialistas, que iban a heredar una Diputación fruto del trabajo de mucha gente, llegó aquí sin oficio ni beneficio y al que les da de comer tienen que serle muy leales. Los eligen y dan fidelidad. Yo doy lealtad. Por eso me asaron a fuego lento.
—Usted pidió que los acuerdos fuesen por escrito. ¿Se olía algo?
—Algo me olía, claro. La negociación de la moción se iba haciendo y me ofrecen salidas dignas de todo tipo. Entonces, hago un documento con condiciones de máximos y se llegó a un acuerdo en agosto. Se me pide que renuncie a la vicepresidencia y lo acepto. Me encuentro que no se hace la moción en el día previsto. Entonces, pido que firmen el documento César Luena y Pilar Cancela y los alcaldes del grupo. Estos firman el mismo día que firmamos la moción de censura. Nunca pensé que volverían a traicionarme. Estamos ante una generación de socialistas que en vez de palabra tiene estómago.
—Se reunió con Elena Candia antes de la moción. ¿De qué hablaron?
—Me pidió que una vez entrásemos en el gobierno no pasáramos a cuchillo a la gente que había trabajado durante su etapa. Por cierto, ya sabía que esa reunión podría trascender porque el camarero de la cafetería de la gasolinera es concejal del PSOE en Láncara.
—¿Va a aguantar los cuatro años?
—En mi decencia y mi dignidad mando yo. Estoy convencido de que voy a aguantar los cuatro años, salvo que el juez me llegue a condenar o tenga una enfermedad grave.
—¿Hay posibilidad de reconciliación entre Besteiro y Manolo Martínez?
—Es que yo no tengo ni odio, ni rencor. A nadie. Hay un incumplimiento de palabra. Esto nace porque la gente que manda en el partido tenía que haber respetado las líneas rojas.
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