CIENCIA
Begoña Vila, la gallega en la NASA en busca de vida extraterrestre
La viguesa trabaja en el organismo espacial en el proyecto del James Webb, el telescopio más preciso de la historia que nos ayudará a comprender de dónde venimos
Hace ya tres semanas que el telescopio espacial más importante de la historia llegó a su destino : el James Webb está en el Punto de Lagrange L2, detrás de la Tierra con respecto al Sol, a 1,5 millones de kilómetros. Como un regalo de Navidad, el 25 del pasado diciembre partió hasta esa zona, donde la gravedad se anula, desde la Guayana Francesa. La viguesa Begoña Vila estaba allí en aquel momento y lo recuerda como algo «súper especial», porque había seguido al telescopio prácticamente desde su nacimiento. Hace 15 años que forma parte del proyecto: la NASA la contrató en 2012 para «coordinar que los instrumentos de ciencia y de guía» del James Webb funcionaran. Tenía que programar las pruebas a las que se sometería la maquinaria para demostrar que el observatorio podría sobrevivir y rendir correctamente en el espacio, a -230 grados centígrados. «Nosotros no podemos construirlo a esas temperaturas», obviamente, ni tan siquiera plantear tests de funcionamiento bajo esas condiciones.
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Vila llegó al Webb antes que a la NASA. La agencia aeroespacial estadounidense colabora en este telescopio con la Agencia Espacial Europea y la Canadiense, y la gallega formaba parte de la empresa de Canadá que se encargaría de construir «el instrumento de guía para apuntar bien y mantener estable» al James Webb. Desde entonces, hasta 2012 fue adquiriendo más responsabilidades en el proyecto, nadie conocía el telescopio mejor que ella, y la NASA le pidió que se uniera a ellos. « Hay que demostrar que lo que vayas a mandar al espacio sobreviva al lanzamiento » a bordo del cohete Ariane 5: no había pasado ni un minuto desde su despegue cuando la nave superaba la velocidad del sonido (343 metros por segundo), generando vibraciones y ruido que la física tenía que tener previstos y estudiados. El lanzamiento fue todo un éxito. Y, es más, «el equipo de vuelo hizo un trabajo tan perfecto» que se ahorró mucho combustible que alargará la vida del Webb varios años. A las 12 horas del despegue, la nave tendría que hacer una serie de maniobras para alcanzar el punto lagrangiano 2: «Dependiendo de lo optimizadas que fueran esas maniobras, tendríamos mas o menos combustibles para luego corregir la posición en L2» a lo largo de la vida del James Webb porque, aunque sea un punto donde la gravedad se anula y el telescopio se mueve sin necesidad de propulsión, «hay que hacer correcciones de vez en cuando». En un principio, no se esperaba que la esperanza de vida del Webb superara los 10 años pero, si es por combustible, estará disponible un cuarto de siglo.
Vida extraterrestre
Pero, ¿qué se espera del James Webb? En líneas generales, el telescopio, a diferencia del Hubble, mira al infrarrojo: podrá observar mucho más allá, a través del polvo y el gas. Gracias a esto, puede centrarse en su objetivo:«Ver los primeros objetos que se formaron en el espacio después del Big Bang». Hay muchas teorías, por lo que «James Webb quiere hacer una foto de aquello y demostrar cuáles son correctas», explica la viguesa. Además, paralelamente a eso, también podrá observar las atmósferas de otros planetas en otros sistemas solares:«Vamos a ver cuantos planetas tienen una atmósfera parecida a la nuestra, con agua, metano...». Sabe que es poco probable, pero Vila se emociona pensando en las contribuciones que puede aportar el Webb en la misión de encontrar vida extraterrestre. « Vamos a dar el siguiente pasito para saber cuáles podrían albergar una vida parecida a la que conocemos ».
El telescopio nos «ayudará a entender cómo llegamos hasta aquí y hacia donde vamos». Su trascendencia va mucho más allá de enviar unas fotos. Con respecto a la posibilidad de que haya vida en otro lugar del universo aparte de en la Tierra, Vila opina que «sí habrá condiciones tal y como las conocemos» e incluso cree que pueden aparecer «en nuestro propio Sistema Solar». Cuenta a ABC que en algunas lunas de Júpiter y Saturno puede haber indicios de que hay agua, y el telescopio también está programado para ver objetos que orbitan alrededor del Sol. « Hay millones de galaxias, entonces queremos pensar que hay vida », aunque esta sea «tan frágil como la nuestra». Quizá, en el hipotético caso de que en un futuro diéramos con un planeta que reuniera los requisitos para albergar organismos, estos ya se habrían extinguido para cuando lo viéramos. Dándole la vuelta a la hipótesis, «si alguien hubiera venido hace millones de años a la Tierra, tampoco habría encontrado vida».