Orense
Avión, del hórreo al Lamborghini
Los mexicanos triplican cada verano la población de este municipio que despidió a sus hijos hace medio siglo para protagonizar la emigración más exitosa de Galicia. Ahora, las mansiones comparten postal con los hórreos abandonados
![Un emigrante cambia las placas de la matrícula de su nuevo Corvette en un taller de la localidad](https://s3.abcstatics.com/media/espana/2018/07/16/1408356908-kdbD--1248x698@abc.jpg)
Escondido en la montaña orensana, en plena comarca do Ribeiro y entre las sierras de Faro y Suído, respira el pequeño municipio de Avión. A mediados de siglo eran cerca de 6.000 personas las que vivían en este apartado rincón privilegiado por sus vistas y su entorno natural, pero el boom de la emigración también dio con él , y la balanza se acabó decantando por los que decidieron hacer la maleta en busca de un futuro más prospero. Eran los años 50 y la mayoría de sus habitantes partieron rumbo a México, a nada menos que ocho mil kilómetros de su pueblo de origen. Los años fueron pasando, también el dolor de las mujeres que quedaron solas a cargo de sus hijos, y ahora el padrón de habitantes de este pequeño concello supera con dificultades los dos mil vecinos .
Pero esta yerma estampa invernal, cercenada de jóvenes y en la que la mayoría de los que resisten han cruzado ya el umbral de los 70 años, florece con la llegada del verano. Los primeros en notarlo son los carteros de la localidad, que empiezan a entregar correspondencia en las mansiones que hasta entonces permanecían cerradas a cal y canto. «Se sabe que están a punto de llegar cuando empiezo a repartir catálogos de coches de lujo», confiesa a ABC una de las empleadas de Correos que cubre la zona. Porque la llegada de los «mexicanos de Avión» no pasa desapercibida para nadie. Los vecinos se refieren con esta expresión a los que se fueron, pero regresan cada año empujados por la morriña. Y también a sus hijos y nietos, segundas y terceras generaciones que mantienen su conexión con la aldea de sus abuelos. «Aquí somos los mexicanos y allá los gallegos» bromean los señalados.
El desembarco de los mexicanos en Avión suele ser paulatino y se extiende durante todo el verano. Ellos protagonizan la fotografía estival de este pueblo de montaña colonizado temporalmente por los Ferrari, los Lamborghini o los Rolls, conducidos por aquellos que emigraron para hacer fortuna, y lo lograron. Un paseo por este municipio, compuesto por nueve parroquias, da cuenta de una realidad que los vecinos resumen en pocas palabras: «Es una competición a ver quién se hace la casa más grande, con la piscina más grande». El ganador, tras esta primera visual, está más que disputado.
Vueltas definitivas
Entre los vecinos ilustres de Avión destaca Olegario Vázquez Raña, uno de los empresarios más acaudalados de México y anfitrión de Carlos Slim (sexto más rico según la lista Forbes) cuando visita el municipio. Míticas son ya sus partidas de dominó o los paseos por unas aldeas en las que a sus habitantes ya nada les llama la atención. «Se ven coches muy buenos subir y bajar, con gente muy arreglada dentro», explican ante una postal cotidiana para ellos. Muchos de los que regresan en verano son familia de los que se quedaron. De ahí que algunos, los más mayores, hayan decidido asentarse definitivamente en el pueblo que un día dejaron atrás para hacer las Américas. Una vuelta a sus raíces que entienden como la compensación a una vida de sacrificio y distancia. Estos nuevos flujos provocan que la población de Avión durante los meses de más calor triplique a la del resto del año. Y los negocios de la zona lo notan.
![Un matrimonio de Avión con su casa al fondo](https://s3.abcstatics.com/media/espana/2018/07/16/1408356950-kqDD--510x349@abc.jpg)
En uno de los bares de la localidad, también regentado por dos mujeres de origen mexicano, la terraza se llena con la llegada de los nuevos huéspedes. «Es cuando más trabajo tenemos, sin duda», reconocen. También hacen su particular agosto los comercios de la zona que venden perfumes y joyas e incluso algunas tiendas del centro de Orense (a menos de una hora en coche) que ansían la visita de los mexicanos. El desembolso que protagonizan es tal que algunas discotecas de la ciudad han llegado a cerrar solo para ellos, capaces de pagar cada ronda con un billete de 500 euros. Igual de legendarias son las fiestas mexicanas que organizan cada verano y que activan todos los sectores de la economía local. De esa querencia por los sabores aztecas hicieron negocio dos nietas de emigrantes que vieron en Avión un salida de futuro. Así que se quedaron y montaron un pequeño teleclub con comida típica mexicana que ahora tiene lista de espera de meses. Su próspero negocio, en esta ocasión en el pueblo que despidió a sus abuelos, cierra el círculo de la emigración, porque ahora son ellas las que envían los «giros» a su familia.
El triunfo
Los expertos hablan del fenómeno migratorio de Avión como uno de los más exitosos de Galicia, a la luz de la fortuna que amasaron con la dirección de baños públicos y hoteles, dos de los negocios más boyantes en el momento de la llegada de los «gallegos» a México. Pero en un concello desigual, donde unos tienen mucho y otros bastante poco, las necesidades siguen a la orden del día, incluido garantizar un alcantarillado y un alumbrado que llegue a todos. Ante las dificultades de atraer a nuevos inversores a la zona y de remontar la explotación agrícola, Avión resiste ahora con la ayuda de sus emigrantes y del empujón que dan a sectores como el de la construcción.
En verano, la oleada de mexicanos obliga al ayuntamiento a reforzar servicios esenciales como la recogida de basura, pero todo está planificado para que, por encima de todo, la tranquilidad de este pueblo siga inquebrantable. El paso de los años y el vuelco social entre el lugar de origen y el de destino no han variado la costumbre de las más mayores del lugar, que se sienten a la vera de la carretera a comentar el día. Mientras, entre los hórreos seimiderruidos que un día guardaron la cosecha pasean algunos de los retornados, que alaban el «salir a la calle sin miedo a que te atraquen y dormir con la llave sin pasar». La tranquilidad dudará hasta finales de verano, cuando las maletas y las despedidas vuelvan a marcar el ritmo de Avión. «Es lo que conocemos. Vivimos despidiéndonos», se resignan.
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