Alberto Varela - Crónicas Atlánticas
Ausencias
Los alcaldes de las Mareas deberían darse cuenta de que hay vida más allá del radicalismo
Este lunes el alcalde de Santiago tiene una nueva oportunidad para demostrar que están equivocados los que creen que es un sectario y que no sabe estar a la altura. Participar en la Ofrenda al Apóstol no significa ni jurar sometimiento al catolicismo ni asumir que el cristianismo debe estar por encima de la ley. Ni qué decir tiene que el debate Iglesia-Estado hace tiempo que está superado en nuestro país. Todos sabemos que a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, que las leyes las dicta el parlamento y que la función de los sacerdotes no está en la vida pública.
Es cierto que acudir a la Ofrenda en la catedral de Santiago puede significar un compromiso religioso para el representante político que tiene fe, pero para el que carece de ella puede ser simplemente el cumplimiento del deber de representar a la ciudadanía en una ceremonia histórica que difunde el nombre y la imagen de Galicia por todo el mundo.
Lo de faltar a este tipo de actos —lo mismo ocurre con la Ofrenda del Antiguo Reino de Galicia en Lugo—, pudo haber sido aplaudido por una parte de su electorado, la que está más a la izquierda y quiere gestos rupturistas con el sistema, pero si quieren sobrevivir a esta legislatura tanto Martiño Noriega como el resto de los alcaldes de las Mareas deberían darse cuenta de que hay vida más allá del radicalismo, y que no estar con el Apóstol es un error táctico.
No es que se les vaya a echar en falta, y tampoco es bueno que nadie esté a disgusto en la ceremonia, lo que es triste es que en el fondo de todo esto lo que late es ese discurso que culpa la Iglesia de todos los males del mundo. Detrás de esas ausencias no hay un deseo de laicismo bien entendido, sino muchos prejuicios hacia las creencias mayoritarias de la sociedad gallega.
Ojalá fuesen tan beligerantes allí donde las autoridades religiosas sí condicionan la vida pública. Ahí callan. Pero esa es otra historia.