Investigación

El asesino de Déborah Fernández, cercado por una prueba biológica «determinante»

A punto de cumplirse los 17 años de la muerte de la joven viguesa, su familia clama justicia

Un cartel en una calle de Vigo pocos días después de la desaparición de la joven MIGUEL RIOPA/EFE

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El cerco se estrecha en el caso de la muerte de la viguesa Déborah Fernández, cuyo cadáver apareció en una cuneta del municipio de O Rosal hace ya 17 años . La insistencia de la familia de la víctima para desenmascarar al asesino de la joven, de tan solo 22 años en el momento de su muerte, motivó hace una semana el traslado de varios agentes del equipo de homicidios de la Udev a Vigo. En el lugar del suceso, los investigadores volvieron sobre los pasos de los cinco grupos de trabajo por los que ha pasado el caso, revisando sus notas y apuntes personales en busca de un resquicio de luz. Una puerta entreabierta para resolver el crimen que se materializó con el hallazgo de una prueba que podría ser «determinante» para la investigación.

Aunque la familia encara este giro en el caso con cautela, todas sus esperanzas están ahora depositadas en un indicio biológico que está siendo analizado para determinar si se corresponde con Déborah. De ser así, todo en el puzzle por la desaparición de la viguesa encajaría, señalando, de manera indiscutible, al autor de su muerte. «Si la muestra da positivo, se acabó la investigación» , zanja la hermana de la viguesa en una conversación con ABC. Para Rosa Fernández, estos momentos de espera resumen la «angustia» que la familia lleva años masticando y que los tumbos de la investigación no han ayudado a aliviar. Desde dar por bueno un escenario perfectamente planificado en el que Déborah apareció lavada y junto a un preservativo que había sido colocado ad hoc para simular un delito sexual, hasta la inundación que hizo desaparecer parte del material indagatorio sobre el caso, nada ha sido fácil en este camino hacia la verdad.

Nuevos indicios

Pero la aparición de nuevos indicios, que siguen señalando al eterno sospechoso de esta muerte, ha variado el rictus del caso. «En la última reunión que tuvimos vimos a los investigadores con muchas ganas, además hay todo tipo de pruebas y de testimonios», aclara la hermana de la víctima sobre el punto en el que se encuentran unas pesquisas que ahora se reactivan tras más de una década en «stand by» . Entre estos nuevos testigos figura una persona que vio a Déborah poco después del paseo por la playa en el que se encontró con su prima, y que la sitúa a pocos kilómetros de allí. Sobre este revelador testimonio, la familia asegura que para llegar a este lugar en tan poco tiempo la viguesa tuvo que moverse en coche, lo que encaja con la hipótesis de que de regreso a su casa Déborah se montó con alguien conocido. «No hay tiempo material para que ella se hubiese desplazado por su propio pie», afirma Rosa Fernández para poner de relieve la importancia de este testimonio y entroncarlo con otro ya conocido, el de un testigo que, efectivamente, vio a la chica subirse a un vehículo el día de su desaparición.

Hasta el momento, la pista de la joven se perdía en el camino de regreso a su casa, a donde nunca llegó. El hecho de que nadie hubiese visto ni oído nada siempre hizo pensar que la persona que se cruzó con Déborah aquella tarde formaba parte de su entorno. «Tenía que ser alguien conocido para que se fuera con él» , defienden desde un comienzo. La escenografía que acompañó al abandono del cadáver también está muy presente en la mente de los investigadores, que tienen claro que la desaparición respondió a un plan urdido con tiempo y por una persona con medios. Este extremo lo confirmó la propia autopsia de la víctima, que descartó el móvil sexual y evidenció un hecho inquietante: el cuerpo había estado depositado en un lugar frío y oscuro y fue lavado después de su muerte , que se fija el mismo día de la desaparición.

Acto homenaje

Ni el análisis del semen depositado postmortem en el cuerpo ni el lugar donde el cadáver fue colocado desembocaron en pista alguna, pero los agentes sí tienen claro que la persona que se llevó a Déborah para matarla pertenece a su círculo más íntimo , de donde proviene la última conversación telefónica que mantuvo la muchacha. «El problema es que para todo se necesitan pruebas», confirma la hermana de la fallecida en un intento desesperado por poner fin a la pesadilla.

Conscientes de que no están solos en su lucha — más de 220.000 personas apoyan en Change.org la reapertura judicial del caso —, la familia de Déborah ha organizado para el próximo 30 de abril un acto de homenaje en su ciudad natal . La idea es agradecer todo el apoyo recibido a través de lo que a la joven más le gustaba: su pasión por el mundo del arte y la música. Un último adiós en el que el recuerdo de Déborah podría vaticinar el punto y final de una investigación.

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