EXPOSICIÓN EN LA FUNDACIÓN BARRIÉ DE LA CORUÑA
El armario del siglo XX: moda, arte y genialidad
La obra de Picasso, Dalí, Matisse o Miró no solo se impregnó en lienzos. La ropa de la época fue fiel reflejo de los diseños de unos artistas que vieron la conexión entre el vestir y la cultura
El hilo invisible que conecta La Coruña con el mundo de la moda es cada vez más potente . Convertida en sede internacional del gigante Inditex, esta esquina atlántica puede presumir de contar con importantes diseñadores cuyas piezas traspasan fronteras (caso de Sara Coleman, Jorge Acuña o José Matteos) y nutren un ecosistema en el que el ciudadano de a pie se fusiona con cada tendencia. No es casualidad que en una ciudad convertida en caldo de cultivo de lo que viene se presente estos días —y a solo unos pasos de la retrospectiva en homenaje a Peter Lindbergh , uno de los fotógrafos de moda más importantes de este siglo— la muestra ‘Textiles de artistas’ . Alojada en una de la salas de la Fundación Barrié, esta selección resume la íntima relación entre moda y arte desde los albores del siglo XX.
Visitar la exposición, llegada directamente desde el Fashion and Textile Museum de Londres , es como adentrarse en un viaje por los armarios de décadas pasadas, guardianes de joyas textiles que ahora salen a la luz y que explican un tiempo y una época. El telón se levanta a principios del siglo XX con las contribuciones que los artistas futuristas y constructivistas realizaron en Estados Unidos, donde arte y moda se vieron las caras por vez primera. A partir de este primer encuentro, y con un pie ya en la década de los 40, esta tímida relación se fue ensanchando en aras de la economía de un país, Gran Bretaña, que apostó por la exportación de algodón. Para darle más empaque a los diseños, se convenció a notables pintores del momento, tanto británicos como franceses, de que se prestasen a aportar sus creaciones. Y así nació la primera pañoleta dibujada por Henri Matisse.
Mientras, al otro lado del océano, los americanos apostaban por trasladar el surrealismo a las prendas de vestir. Y no solo a ellas, sino también al mobiliario o a la decoración del hogar. Todo se tiñó de modernidad. Un empresario neoyorkino fue el primero en ver el filón y fichó a, nada menos, que Salvador Dalí para dar renombre a sus telas. La fusión prestigió estas piezas que pasaron a entenderse como «un activo social más», oxigenando un ambiente entusiasta, una nueva manera de vivir que cerraba el capítulo bélico a golpe de pañuelos estampados con coloridas bailarinas, teléfonos sonando o lluvia de primavera.
De la calle a la realeza
En los años 50 nació un icono en Inglaterra. Los vestidos Horrockses, prendas al alcance de todos los bolsillos y de un algodón extraordinario capaz de soportar cualquier mancha. Estos diseños con faldas perfectamente cortadas y bolsillos delanteros persuadieron incluso a la princesa Margarita, hermana de la reina, y marcaron una época. Impecables pese al paso de los años como se puede comprobar en la muestra de la Barrié, destacaban por sus estampaciones y llegaron a tipificar el modelo veraniego británico. También accesibles a casi todos los bolsillos de la época fueron las prendas elaboradas por la compañía inglesa de David Whitehead Ltd., que reconocía «sin tapujos su manera populista de entender el buen diseño», y que tuvo entre sus filas a artistas de la talla de Henry Moore, Eduardo Paolozzi o Jonh Pipper .
La muestra que abre sus puertas este fin de semana en la Fundación Barrié revela que casi al mismo tiempo, en Estados Unidos, se constituyó el proyecto «Maestros Modernos» que vinculó la firma Fuller Fabrics con algunos de los mejores pinceles del siglo XX. Sin duda, el mejor ejemplo son los trabajos de Pablo Picasso, pionero que motivó la adhesión de otros como Joan Miró, Fernand Léger o Marc Chagall. Esta producción de telas de moda a gran escala, con un cuidado y bellísimo dibujo, comerciaba la yarda de tejido (unos 90 centímetros) a dólar y medio. Toda una revolución para las masas. En los 60 Picasso pasó a colaborar con el fabricante Bloomcraft con el que ideó una colección de once telas decorativas a cinco dólares la yarda . El malagueño se atrevió incluso con una colección de esquí de la que una chaqueta puede verse estos días en la muestra de La Coruña, con prendas a un precio de entre 9 y 30 dólares de la época. En ese momento Picasso ya permitía que sus pinturas se imprimiesen en casi cualquier tejido, excepto en la tapicería, donde nunca lo permitió. La explicación era sencilla: «Uno puede apoyarse en un picasso, pero no sentarse en él».
De Valentino a McQueen
Junto a los trabajos de Picasso, fieles a las pinceladas del genio, se cuelgan algunas de las telas imaginadas por Andy Warhol , exitoso artista plástico que da nombre a un grupo de telas ‘Pop’, muchas de ellas de temática alimentaria. Un buen ejemplo de la difusa línea entre las bellas artes y las artes aplicadas que el neoyorkino resumió en un pedazo de sandía plasmada en la falda de un vestido. Sus diseños no pasan desapercibidos en una exposición que cuida cada detalle y en la que se integran colaboraciones como la que Zandra Rhodes hizo con Valentino. Bautizada como maestra de los ‘new romantics’, sus aportaciones supone un extra a la muestra llegada de Londres, que en un paso al siglo XXI tira de nuevo de genialidad para incorporar su inolvidable vestido inspirado en la barra clásica de labios o la calavera que encumbró a Alexander McQueen y que estampa el pañuelo de seda que despide el visitante. ‘Textiles y artistas’, compuesta por 113 piezas, se puede visitar hasta el próximo 19 de junio de lunes a domingo. La entrada es gratuita.
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