Sociedad

Lo que aprendimos de la pandemia: llegan las residencias 'inteligentes'

Galicia revoluciona las residencias públicas con tecnología que monitoriza a los mayores

Este dispositivo permite llamar a las enfermeras o registrar las necesidades de los residentes MIGUEL MUÑIZ

Ántar Vidal

«Esto es una maravilla», dice José Manuel Lamas, uno de residentes de la residencia de A Estrada. Desde este verano, la Xunta de Galicia ha ido dando forma a un modelo «inteligente» de centro para personas de la tercera edad: han instalado sensores de movimiento , monitorizado las mediciones de las constantes vitales de los residentes o habilitado una sala con una gran pantalla para hacer videollamadas con las familias. Aunque por el momento es un proyecto piloto, la intención de la Consellería de Política Social es llevarlo a la totalidad de las residencias públicas de Galicia antes de terminar 2022.

El edicficio de A Estrada no es, precisamente, nuevo. Fundado durante los años 80, esta residencia podría no llamar la atención a nivel tecnológico, exceptuando, quizá, el gran «tótem» de la entrada: una alta pantalla vertical anuncia que el día de la visita de este diario estaba de cumpleaños Manuel. « Es una de las cosas que más gusta a los residentes », señala Alfredo Silva, el responsable de este gran proyecto pionero en toda España y jefe de planificación de la Dirección General de Atención Integral de la Consellería de Política Social. «En la pantalla ponemos el menú del día, y eso es algo muy importante para ellos», señala bromeando.

Sin embargo, lo diferenciador de esta residencia está en detalles que pasan más desapercibidos, pero que mejoran la calidad de vida tanto de los residentes como de las enfermeras y auxiliares del centro; son avances que además de hacer la residencia un lugar mucho más seguro , la hacen más cálida y cercana. Todo comienza con la pandemia: el coronavirus se ensañó con ahínco con las residencias de personas de la tercera edad (según datos del IMSERSO, desde marzo del pasado año fallecieron más de 30.000 mayores en residencias por la patología) y, aunque en el caso de la de A Estrada no hubo ningún contagio , por suerte y por el trabajo de los profesionales, sí quedó en evidencia que el sistema de gestión de estos centros necesitaba ser repensado.

«Hasta no hace mucho», cuenta la enfermera Esperanza Silva, cuando tenía que tomar diariamente las constantes a los usuarios, «tenía que coger un papel y apuntar los resultados para luego meterlos manualmente en el programa», pero desde que Televés y la Xunta ha hecho la instalación, los datos se vuelcan automáticamente : «así se evita el error humano a la hora de transcribir y se ahorra tiempo que se puede invertir en otras actividades». Pero quizá los cambios que más pueden marcar la diferencia tienen que ver con imprevistos y emergencias.

«Desde el equipo de enfermería aportamos la idea del reloj inteligente con geolocalización », cuenta la enfermera. Cuando los residentes salen de paseo, acuden al médico o simplemente van de excursión en grupo, es habitual que sufran algún despiste y se desvíen, llegándose incluso a perder. Sobre todo, «después de la pandemia, cuando han vuelto a salir, vimos que el deterioro cognitivo se evidenció » debido a los meses de reclusión. Con estos dispositivos, el personal de la residencia establece un radio máximo, «un área geográfica delimitada», que en el momento en el que el usuario se sale de esta zona, las enfermeras recibirán automáticamente un aviso a sus teléfonos móviles.

De hecho, este tipo de tecnología ya les ha salvado de más de un susto. En la residencia de A Estrada hay un par de residentes que « no pueden salir solos , únicamente pueden hacerlo acompañados», y se les ha colocado una pulsera que detecta cuando salen por la puerta principal, tratando de escaparse , para mandar una alerta a los trabajadores. Con todo, «los residentes no notan nada, su vida privada no ha cambiado».

Contactar con los seres queridos

Servando tiene un jardín de poco más de un metro cuadrado con su nombre en la residencia de A Estrada; antes de fallecer cuidaba de él. 'Rincón de Servando', pone en un cartel de madera que cuelga encima de las plantas. Además del jardinero de ese pequeño espacio verde, es el protagonista de la última gran historia de amor de la residencia. Conoció a su novia, Josefa, en el centro para mayores, tenía más edad que Servando y su nivel de dependencia era mayor, pero relata la enfermera Silva que no era impedimento para que la cuidara como nadie . Con todo, en A Estrada no podían cubrir las necesidades de la mujer como era necesario y fue trasladada a otra residencia, con la mala suerte de que poco después estalló la pandemia y la pareja dejó de verse durante meses hasta que, una vez abiertos los cierres perimetrales entre concellos, «le hicimos una hoja de ruta a Servando» para que fuera hasta la residencia de su pareja. Fue la última vez que se vieron : aunque se trató de gestionar el traslado de Servando, falleció antes de poder volver a visitar a Josefa.

La pandemia desencadenó infinidad de situaciones así, ya no solo entre parejas, sino también evitó que los amigos se vieran y los familiares se abrazaran. En las residencias ese aislamiento se agudizó todavía más, dejando a los mayores sin poder comunicarse con sus seres queridos. Aunque los ancianos estén acompañados prácticamente las 24 horas del día, tengan amigos y, en el caso de otros, como Servando, incluso pareja, las residencias pueden ser lugares muy fríos y solitarios si no puedes hablar con tus hijos o jugar con tus nietos.

Pero de todo se aprende, y aunque para darse cuenta de que había que mejorar la comunicación de las residencias con el exterior fue necesaria una pandemia, ahora en el centro de A Estrada hay una sala con una gran pantalla y una cámara para que los mayores puedan hablar con quien quieran a través de videollamadas. Además, señala Alfredo Silva que la idea es llevar un dispositivo que permita este modelo de comunicación a cada una de las habitaciones.

Las mayoría de personas mayores tampoco tiene móviles ni WhatsApp, pero con este sistema podrán mandar fotos y vídeos con facilidad a sus familiares : cada residente tiene una carpeta con su nombre en la que pueden adjuntar archivos que llegarán a sus allegados. «Esto también deja más tranquilos a las familias», explica Alfredo Silva, porque saben qué actividades hacen los usuarios y pueden establecer líneas de comunicación directas con ellos.

Sensores de movimiento

En todas las puertas y pasillos también se han instalado unos sensores de movimiento monitorizados. Están pensado principalmente para la noche, y detectan cuándo los mayores van al baño, cuántas veces, o si salen de sus habitaciones. Por ejemplo, si uno de ellos está durante demasiado tiempo en el aseo, saltará un aviso a la encargada para que compruebe si está todo en orden . Además, «si sabemos que alguno acude demasiado al cuarto de baño, puede ser indicios de alguna patología», cuenta la enfermera, y así podrán anticiparse a consecuencias más graves.

Para los mayores, uno de los instrumentos más útiles es el pulsador que todos tienen al lado de la cama: con darle a un botón, podrán hablar directamente con las enfermeras o auxiliares y solicitar lo que necesiten. Mientras muestra cómo funcionan los nuevos aparatos, Pilar, una de las residentes, opina que estas novedades, para ella, «están todas bien». De todas formas, «todavía no las he usado» porque nos las ha necesitado, aclara.

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