Acusado de narcotráfico

Amigos del coruñés asesinado por la Policía en Filipinas: «Le mataron porque no les gustaba»

Tachan el operativo antidroga que acabó con su vida de «montaje cutre» y niegan cualquier vinculación del joven con el mundo de las drogas: «Nunca quiso aceptar las reglas de juego y extorsión de un país corrupto»

Diego Bello, el joven asesinado, era surfista y vivía en una isla al sur del país asiático INSTAGRAM

M. Ruiz de Arcaute

Ni tenía nada que ver con las drogas, ni sabía usar un arma, ni mucho menos quiso nunca «aceptar las reglas de juego y extorsión de un país corrupto». Los amigos y conocidos de Diego Bello Lafuente , el joven coruñés asesinado el miércoles por la Policía de Filipinas en el marco de una presunta operación antidroga , niegan desde que se conoció la noticia de su fallecimiento la posibilidad de que la víctima tuviese cualquier tipo de vinculación con la venta de estupefacientes , tal y como aseguran las autoridades del país asiático, donde residía desde hacia varios años. Las muestras de cariño a través de las redes sociales llevan sucediéndose desde entonces. «Una gran pérdida» o «siempre en nuestro corazón» son algunos de los comentarios que los allegados han ido dejando en honor a la memoria del joven y como apoyo a la familia. Por encima de todo y al unísono, eso sí, un mismo clamor: «Justicia».

«Sabemos que no es verdad el montaje cutre antidroga y de disparos», señaló a Ep un conocido de Bello, para quien el trabajo que el joven había desarrollado en la isla en la que vivía a través de diferentes negocios había despertado los temores de las autoridades. «Se sabía que en años media isla sería tuya y eso no gustaba» , incide uno de los mensajes enviados a través de las redes sociales, donde son varios los comentarios que califican al fallecido como una «bella» y «excelente» persona. El joven, afincado en Siargao, a 800 kilómetros al sureste de Manila, y aficionado al surf –la isla es un destino popular entre los amantes de este deporte– regentaba varios negocios turísticos y comerciales en el momento de su muerte.

Otros comentarios también descartan, en respuesta a la información difundida sobre cómo se produjo la muerte, que Diego Bello, de 32 años, llevase armas de fuego, tal y como sostiene la Policía del archipiélago asiático. « Es imposible que alguien como tú supiera siquiera usar un arma », inciden a este respecto.

Su muerte tuvo lugar durante una operación en su domicilio de la localidad de General Luna, en Siargao. La Policía, que lo consideraba sospechoso de tráfico de cocaína, lo abatió después de que supuestamente abriese fuego contra los agentes implicados en el operativo, según informó el diario digital local Minda News.

Defensa propia

De acuerdo con el relato ofrecido por los responsables del dispositivo, la víctima «sacó su pistola del calibre 45» y empezó a «disparar» a la Policía, que aseguró que el joven tenía en su poder diez gramos de cocaína –que ascendieron a 25 tras el tiroteo– y 30.000 pesos filipinos en billetes marcados, el equivalente a 540 euros. Dichas fuentes calificaron a Bello como «un traficante de alto valor» y valoraron la acción como una «operación exitosa contra las drogas» en la que la respuesta de los efectivos fue «en defensa propia».

El Deportivo de La Coruña , club en el que Bello compitió en su infancia, quiso sumarse también a las muestras de dolor por su muerte. El coruñés defendió la camiseta del Deportivo tanto en cadetes como en juveniles entre los años 2001 y 2003 y además, tal y como recordó el equipo gallego, fue imagen de la campaña de abonados de la temporada 2017/18. «Deportivista con todas las letras y hombre de mar, descanse en paz», publicó en redes el conjunto blanquiazul.

La embajada de España en Filipinas está recopilando información sobre el suceso y no ha querido hacer ningún comentario sobre el que podría ser el primer español asesinado en la sangrienta guerra contra las drogas que libra el gobierno del país asiático desde hace cuatro años, informa Efe. Naciones Unidas y defensores de derechos humanos han criticado el clima de impunidad de la campaña antidroga en la que han muerto unas 30.000 personas, la mayoría en ejecuciones extrajudiciales a manos de la policía. La Policía, por su parte, ha admitido haber matado en redadas a unos 6.700 sospechosos, aunque alegan que todos ellos se resistieron al arresto.

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