José Luis Jiménez - Pazguato y Fino

Alguien desafina

A sus excelencias rupturistas en La Coruña habría que exigirle menos postureo con la Cultura

No hay mayor calamidad en la ópera que un cantante fuera de tono. Te puede echar a perder la función: emborrona las arias de conjunto, te tensa cuando sale a escena por lo que pueda pasar y desconcentra la labor colectiva de músicos y resto del elenco. En todo este sainete de la Temporada Lírica estamos buscando todavía quién es el que está desafinando, porque con su falta de pericia está poniendo en juego un evento que ganaba prestigio año tras año, y manchando además el nombre de la ciudad para el futuro. ¿Quién va a querer venir a La Coruña con esta inseguridad? ¿Quién antepone una Temporada incierta a otra que sí tenga todas las garantías de celebrarse y pagar los honorarios?

El oyente avezado busca al infame galleador en varios sitios. Está por un lado la Diputación, cuya facción nacionalista —más decaída que nunca— debe ser más de la gaita y la pandereta que de la ópera, y de ahí ese tijeretazo indecente a la subvención pública que pone en peligro la continuidad y la calidad del ciclo. La alternativa es todavía peor: ¿la Presidencia consiente este recorte? ¿Y qué razones hay, más allá de disputas partidistas con Ferreiro y la Marea?

Por otro, tenemos un Concello que lo concerniente a la música clásica le da bastante igual, y por eso saca sin pudor 600.000 euros del Consorcio para pagarse las fiestas de verano de María Pita, sin importarle las consecuencias que tiene en el normal funcionamiento de la Sinfónica. A sus excelencias rupturistas habría que exigirle menos postureo con la Cultura y una mayor implicación no sólo con la OSG, sino con un Palacio de la Opera cuyo estado de conservación produce sonrojo.

Y no menos importante, la propia OSG y el Consorcio para la Promoción de la Música que la sostiene. Seguimos queriendo saber qué administración avaló la decisión de suspender la temporada, o si responde a una decisión unilateral sin apoyo político. En ese caso, bien vendrían unas explicaciones más allá de echarle la culpa a otro. Y si hubo negligencia, depurarla. La Coruña no merece menos.

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