Alfonso Marnotes - Tribuna
El agua de Vigo, una necesidad que pagaremos más cara
Abel Caballero tenía una ocasión magnífica para realizar una nueva concesión de este servicio con arreglo a los principios de la nueva ley, pero en su lugar ha optado por dejar pasar el tiempo deliberadamente
Desde hace 30 años los vigueses nos vemos obligados a pagar el agua que no consumimos. Nada más y nada menos que 30.000 litros de agua cada dos meses, que dan para llenar una buena piscina, vaciarla y volverla a llenar seis veces al año. Este sistema pernicioso desincentiva el ahorro de agua, sobrecarga la economía familiar y nos obliga a los vigueses a pagar por un servicio que no se nos presta .
Y eso se debe a que el servicio de abastecimiento de agua en Vigo se rige por una concesión administrativa a una empresa privada que se remonta al año 1990 , es decir, que las condiciones económicas en las que se presta el servicio se establecieron hace 30 años y están blindadas por un pliego y un contrato público obsoleto. Aquí vamos a detenernos un momento, porque la adjudicación inicial fue por 25 años que expiraban en el año 2015. En ese momento, el Concello tenía las manos libres para diseñar un nuevo servicio de abastecimiento con nuevas condiciones, pero no lo hizo. Abel Caballero decidió prorrogar el contrato cinco años más, hasta el 2020. Volveremos sobre eso.
Para que dispongamos de un marco de referencia, los gallegos consumimos 151 litros por habitante y día, lo que supone 9.000 litros cada dos meses. Sólo los hogares de cuatro o más miembros alcanzarían el consumo mínimo que nos cobra el Concello. El resto, hasta 30.000 litros, la concesionaria lo cobra, pero no lo suministra .
Así las cosas y tras unos veranos muy secos, la comunidad autónoma aprueba a finales del año pasado una ley ejemplar que impide facturar servicios no prestados y obliga a establecer tarifas según el agua realmente consumida, obligando a los Concellos a modificar sus precios.
Así que Caballero se ha visto obligado a cobrar el agua por consumo real, pero ha establecido tres cuotas fijas que no dependen del consumo : abastecimiento, alcantarillado y depuración, cuyo importe es casi exactamente el mismo que el que pagamos ahora. Cuotas fijas que se pagan sin abrir el grifo, pero a las que habrá que sumar el agua que se consume.
Para que el recibo no nos llegue a subir y pagásemos lo mismo que hasta ahora, las familias tendríamos que consumir un máximo de 18.000 litros cada dos meses porque por encima de esa cifra se cambia de tarifa y el coste del metro cúbico se encarece notablemente. Es decir, sólo los hogares en los que vive una persona o dos no notarán el cambio, pero ocurre que son menos de la mitad de los hogares vigueses. La gran mayoría pagaremos más, salvo que la familia viguesa media decida rebajar su consumo por debajo de lo aconsejable por la Organización Mundial de la Salud.
Como decía, el actual contrato concesional termina este año, por lo que Abel Caballero tenía una ocasión magnífica para realizar una nueva concesión con arreglo a los principios de la nueva ley y con las condiciones económicas y de competencia que existen ahora, de forma que tengamos un servicio adecuado al siglo XXI y no a 1990, moderno, eficiente y mucho más barato. Pero el alcalde no ha hecho eso, Abel Caballero dejó pasar el tiempo deliberadamente. Y ahora ha modificado las tarifas que regirán a partir del año 2021 pero garantizando que se nos siga cobrando lo mismo que hasta ahora o incluso más. Y eso sólo puede significar una cosa: que va a prorrogar la concesión una vez más, por lo que estaremos condenados a pagar durante años una tarifa abusiva e injusta disfrazada de consumo real.