El votante infiel

Sufrido elector, como quien no quiere la cosa estamos de nuevo ante el dilema de a quién votar en las elecciones generales del 10-N. Lo hicimos ya hace unos meses, pero de poco sirvió y nos toca de nuevo soportar programas electorales que a veces se cumplen y a veces no, papeleras llenas con la propaganda electoral que recibimos en el buzón, y lo que es peor, ver como nos sube el azúcar de ver a tanto político sonriendo mientras acaricia a niños y cachorros para caer simpático a los indecisos.

Siempre hay un perfil de ciudadano que lo tiene claro y que pase lo que pase su opción es fija. Ellos lo tienen fácil, pero cada vez es más frecuente un espécimen que no se casa con nadie y que en cada cita decide el sentido de su voto en función de lo que haya ocurrido la última legislatura.

Para ese votante infiel empadronado en algún concello gallego, ¿qué elementos de hecho hay para tomar una decisión? Al margen de debates que afectan a toda España, como el del traslado de los restos de Franco o el avispero en el que se ha convertido la Cataluña post-sentencia del procés, es difícil defender la gestión de Pedro Sánchez. Cierto es que las obras del AVE van a un ritmo razonable o que se aprobó el acuerdo que va a permitir que Navantia construya las Fragatas que van a dar carga de trabajo en Ferrol los próximos años, pero los socialistas lo tienen difícil para justificar la desastrosa política energética e industrial que si no cambia puede dejar en el paro a miles de personas en San Cibrao o en As Pontes . Por no hablar del proyecto de presupuestos que finalmente no se aprobó y que recortaba notoriamente la inversión prevista en Galicia. El PSOE aplaudía y Unidas Podemos hacía los coros con la tijera en la mano.

El PSdeG reivindica estos días medidas sociales como la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) o de las pensiones para pedir apoyo para el PSOE. El día 10 de noviembre sabremos si con eso es suficiente.