Alberto Varela - CRÓNICAS ATLÁNTICAS
La tensión, en las películas
En estos tiempos se agradece la estabilidad política de Galicia
En tiempo de bonanza y tranquilidad pueden estar bien las aventuras. Dormimos la siesta en el sofá y soñamos con algún problemilla que resolver. Nos bañamos en aguas mansas y deseamos algo de oleaje que nos mueva la energía y nos active . El agua demasiado templada, la cama demasiado cómoda. Lo apreciamos normalmente cuando nos falta, cuando lo hemos perdido.
Somos tan complicados que la rutina nos agobia y aspiramos a que haya algo más de movimiento a nuestro alrededor. Un poco de picante, una pizca de sal que alegre el plato.
Pero no son estos tiempos de bonanza, ni mucho menos, y en el ámbito político cómo se agradece la estabilidad que disfrutamos a día de hoy en Galicia . Aunque haya quien no quiera verlo. Mejor pasarnos de sosos que de picantes en momentos como los que vivimos.
Los informativos son más aburridos aquí que en Murcia o Madrid : que si vacunaciones masivas de coronavirus en las áreas sanitarias, o planes para suspender las plantaciones nuevas de eucalipto. Esta semana hemos visto incluso sesiones de control en el Parlamento en las que los líderes de la oposición en vez de presentar mociones de censura pedían reuniones con el presidente. Apaixoante,... para dar la vuelta y dormir media hora más.
Es aburrido, sí, pero bendito aburrimiento. Dónde estarán los que decían que la fragmentación política era todo beneficios porque por fin las sensibilidades estaban representadas . Parlamentos con media docena de grupos y gobiernos con varias cabezas. Qué malas eran las mayorías absolutas…. Lo que no decían los defensores de los arcoiris en las cámaras de representación es que cuando de verdad necesitamos que la administración sea eficaz tanto grupo trae lo que trae. Peleas, empujones y carreras descaradas por el poder aprovechando el río revuelto.
¿Es todo perfecto en Galicia con la mayoría absoluta? Evidentemente no, los gobiernos estables pueden equivocarse en las medidas que tomen, pero lo que no pierden es tiempo en negociaciones internas, en convencer al del despacho de al lado ni en ver quién se queda con el pastel.
Bendito aburrimiento. La tensión, para las películas.