Recuperar la Xunta

El PP ha pedido estos días el auxilio del presidente de la Xunta para salvar al partido de las luchas cainitas de dirigentes que hace solo semanas se veían como la savia nueva del centro derecha en España y que por inexperiencia o por egocentrismo casi rompen la baraja.

Pocas dudas hay de que el de Os Peares es quien mejor puede coser heridas, pero va a necesitar toda su energía en Madrid. Él mismo decía este viernes con Herrera en la Cope que no puede estar «sine die» en la Xunta si finalmente es elegido para presidir la organización desde Génova.

Resultado: se puede solucionar un problema generando otro que teóricamente es menor, pero que ya se verá porque las sucesiones las carga el diablo.

Feijóo supo canalizar la herencia de Fraga y Albor e incluso incrementar apoyos para un PPdG que a día de hoy es la casa común de todo el centro derecha y del galleguismo moderado.

¿Qué tienen que hacer quienes tomen el relevo en la sede del Partido Popular de Galicia? Tan sencillo como fijarse en lo que hicieron bien sus predecesores: apoyarse en las bases, en las agrupaciones locales y rodearse de técnicos. Los ideólogos están bien para las tertulias, pero no para la gestión diaria de una administración como la Xunta.

Si se miran demasiado los libros de ciencias políticas se produce un distanciamiento entre calle y despacho que puede hacer saltar por los aires la conexión entre el representante público y el electorado.

Y de los errores también se aprende. No todo tecnócrata funciona bien en el tú a tú con el ciudadano. Sacrificar un técnico que saca trabajo adelante para ponerlo como candidato solo es buena idea si va en su naturaleza y le apetece poner la cara para que se la rompan todos los días.

Curiosa, por cierto, la reacción de la oposición a la marcha de Feijóo. Los socialistas hablaban estos días de traición al electorado, a pesar de que saben que una salida de Feijóo del tablero es la única baza que tienen para intentar recuperar la Xunta.