Navidad de todo a 100

Va siendo hora de que alguien ponga orden y sentidiño en un asunto tan complicado y que genera tanto debate airado como es la decoración de Navidad. Entre centro comercial y centro comercial, café apurado antes de que salga el autobús y carreras para buscar a los niños que no tienen cole y que no hay donde dejarlos las ciudades se llenan de nuevo estos días de luces, papasnoeles, renos, lazos y velas de plástico. Y n o es por ser el Grinch de la Navidad, pero tanta distracción nos aleja poco a poco de lo que celebramos . Pero ese es otro debate.

Hay hasta competiciones por ver quien gasta más (o quién consume más energía) en decorar las calles de las ciudades y villas de Galicia. Los mismos alcaldes que miran hacia otro lado con las viviendas tapiadas, los balcones que se vienen abajo con el temporal o las fachadas imposibles imaginadas por arquitectos con pésimo gusto se empeñan en que por lo menos durante unas semanas se vea más el lucerío que los errores urbanísticos. Mejor pintarrajear y echar un poco de purpurina por las calles que entrar de lleno en los problemas estéticos.

De todos modos, no crean que estoy en contra de las luces. Arreglar las ciudades en Navidad no tiene por qué ser mala idea si se hace con buen gusto. Pero para eso hay que saber diferenciar entre decorar y comprar todo lo que hay en el Todo a 100 de la esquina y colocarlo por la calle . Y lo peor..pagado a precio de oro.

El acto de decorar implica cierto gusto y un plan estético, que llámenme cenizo, pero pocas veces he visto en las luces navideñas a las que estamos acostumbrados en Galicia.

Hay casos incluso en los que el exceso acaba recordando a la típica familia americana que para salir en los zappings de televisión convierten su casa en un espanto de luces de colores que no respeta ni el cuarto de baño.

¿Y dónde se queda en todo esto el nacimiento de Jesús? Ah!!!, ¿es que la Navidad tenía un significado religioso?