Experimentos con gaseosa

Los principales líderes políticos de Galicia han quedado retratados tal y como son esta semana. Cada uno en su sitio, donde quiere o donde le dejan estar.

Núñez Feijóo ha reforzado su imagen de hombre dialogante y enemigo de los conceptos preconcebidos. Ha conseguido la foto de 8 presidentes autonómicos de distintas formaciones políticas juntos en la misma mesa. Proponen financiación que tenga en cuenta lo que cuestan los servicios, porque no es lo mismo hacer escuelas en una ciudad de 3 millones de habitantes que en una comarca donde la distancia más cercana entre vivienda y vivienda es de 400 metros.

No podemos pretender tener hospitales en cada parroquia, pero sí que a la hora de repartir fondos públicos todos los españoles seamos iguales en derechos, y no solo en deberes.

El presidente de la Xunta se ve cómodo forjando acuerdos, mientras la oposición más perdida no podría estar. En el PSdeG proponen ahora reformar el Estatuto de Autonomía: salvo que quieran tapar la bronca interna que se traen desde las primarias no se entiende que con el covid dando coletazos, la luz por las nubes y la industria temblando pretendan abrir el melón del Estatutiño y la nación de Breogán. ¿Así es como van a recuperar la segunda plaza?

Y por otro lado está el BNG. Ana Pontón en sus intervenciones hace como si la crisis de Alcoa no fuese con ella. Que el precio de la energía que ha provocado el gobierno que su partido apoyó en Madrid ahoga la producción de aluminio... la culpa es de Feijóo. Y somos moderados, pero el diputado que tienen en el Congreso afirma que más pronto que tarde veremos una ‘república da Galiza’.

Así va pasando la legislatura y el electorado toma nota. Hay quien se pregunta después por qué los gallegos votan lo que votan, pero visto a qué se dedica cada uno su tiempo, lo preocupante sería que los resultados fuesen otros.

Galicia compra gestión, en todo tipo de elecciones y sea del partido que sea. Los experimentos, mejor con gaseosa, y del Padornelo para allá.