Alberto Varela - Crónicas atlánticas

La desescalada del botellón

Tengo 2.000 tíos gritando en la calle y son las dos de la madrugada. ¿Qué hago? Si fuese uno aún lo solucionaba lanzando un cubo de agua

A todos nos ha costado mucho llegar hasta aquí. Un año y medio de pandemia es mucho tiempo de represión... y ya se sabe que lo que se reprime acaba saliendo con fuerza a la superficie.

Con la desescalada han vuelto con fuerza los botellones, las peleas y el ruido nocturno. La movida se ha trasladado al centro de las ciudades y los vecinos a los que les toca se tienen que aguantar e ir ojerosos a trabajar.

Ojo, porque entiendo perfectamente a los que quieren brindar con los amigos para olvidar todo este tiempo de aburrimiento. Se ha hablado mucho de lo duro que ha sido el Covid para los mayores, y es cierto. Ellos han tenido la espada de Damocles encima todo este tiempo y a la hora de enfermar y de morir se han llevado la peor parte. Pero ser un adolescente tampoco ha sido fácil.

Pasar por decreto gubernamental 24 horas con los padres en el momento en el que lo que más quieres es alzar el vuelo genera mucha frustración, ganas de divertirse y de aprovechar el tiempo perdido. Si a esto le añadimos la tontuna que se aprende en las redes sociales tenemos ya la mecha que prende el incendio. A ver quién lo apaga.

La solución no es fácil. Decir que el problema viene de raíz, de los modelos que aprende la juventud en la publicidad o en la sociedad está bien en foros académicos pero no soluciona el problema del fin de semana que viene. Tengo 2.000 tíos gritando en la calle y son las dos de la madrugada. ¿Qué hago? Porque si fuese uno aún lo solucionaba lanzando un cubo de agua, pero la multitud mete respeto.

¿La solución? Nos guste o no, más policía en la calle. Si hace unos meses la teníamos para avisarnos de que llevábamos demasiado tiempo paseando al perro, también debe haberla para disolver las aglomeraciones nocturnas. Si no se le pone freno a esto habrá hasta quien acabe echando de menos los tiempos duros de pandemia. Por lo menos se podía descansar.

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