Alberto Varela - Crónicas Atlánticas
A los bares
El peligro no está en los bares, sino en las reuniones privadas. A eso sí que hay que tenerle miedo y enero puede ser muy duro
Por fin podemos volver a los bares en Galicia, aunque sea con mascarilla, toque de queda y con límite de amigos a los que ver. Sobra decir que debemos hacerlo con responsabilidad para no ver cómo los datos del coronavirus que han mejorado poco a poco estas últimas semanas se echan por tierra. Bajar contagios cuesta mucho, subir se hace en un periquete. En esta crisis sanitaria, además, todas las medidas que se toman son nuevas y vamos aprendiendo con los aciertos y errores propios y ajenos. En Galicia hemos tenido medidas durísimas que han permitido que no se produjesen tantos casos como en otros lugares, pero todo tiene un límite y los ciudadanos somos humanos, no robots.
Prohibir reuniones de no convivientes es una auténtica quimera. En primer lugar porque la hostelería vive de la no convivencia. Con los que compartimos mantel o cama podemos ir a cenar o a tomar una caña, pero no llenaremos los bares. La hostelería vive de las reuniones de amigos, de los compañeros de trabajo y de los allegados que se ven de vez en cuando , porque además de lugares en los que se sirve comida y bebida las cafeterías son auténticos lugares de reunión social. Además, aunque se prohíba que dos personas que no viven juntas se reúnan es imposible comprobarlo. No hay policía para tanta gente, ni forma de comprobar fehacientemente dónde vive cada uno.
Por lo tanto, y aunque el riesgo de tercera ola en enero esté ahí debemos volver a la normalidad y recuperar derechos. Si cumplimos las normas se van a producir contagios, pero asumibles por el sistema sanitario. Con el Covid si hay una cosa clara es que todo depende de la responsabilidad individual. No se trata de no hacer cosas, sino de hacerlas con las medidas que sabemos que son efectivas. Ni encerrarnos ni actuar como si no pasase nada. El peligro no está en los bares sino en las reuniones privadas en la intimidad del hogar. A eso sí hay que tenerle miedo y enero puede ser muy duro si no tenemos sentidiño.