Alberto Núñez Feijóo
Una nueva etapa en la que no estaremos todos
Mañana entramos juntos en una nueva etapa en el largo camino que nos conduce a recuperar una parte de la normalidad perdida. Sufrimos juntos la fase anterior y juntos también seguimos las normas impuestas por una situación excepcional .
Quiero reconocer los esfuerzos de todos hasta el momento, con la misma intensidad que debo pedir de nuevo a las gallegas y gallegos que mantengan la misma responsabilidad que en los últimos meses . El sacrificio que hicimos tenía el objetivo común de cuidarnos y cuidar a los demás. Sé que ese propósito no ha cambiado, como tampoco lo ha hecho el riesgo que supone aún el coronavirus para la salud pública.
El peligro sigue ahí y, por tanto, es importantísimo que se mantengan las medidas de precaución que permanentemente nos recuerdan las autoridades sanitarias: higiene de manos, distancia social y, por lo menos en espacios públicos cerrados, uso de la mascarilla, por supuesto de manera obligatoria en el transporte público.
La cooperación y la colaboración de todos presiden la respuesta que Galicia está dando a la crisis. Son principios que no admiten ningún tipo de relajación en esta nueva fase, que aún no sabemos si podremos transitar en línea recta. Es prioritario extremar las precauciones para evitar posibles rebrotes y para minimizarlos en caso de que se produzcan y eso solo es posible si la sociedad sigue actuando al unísono y responsablemente.
Por desgracia no estaremos todos en la próxima andadura. Habrá ausencias que a todos nos apenan. Considero que la excepcionalidad que vivimos estos días no puede dejar relegado el tributo a las personas que nos dejaron víctimas de la pandemia.
Los avances que poco a poco se están logrando son tan ciertos como inútiles para consolarnos por los fallecidos. La atención a la población infectada o ingresada y las medidas que hay que aplicar día a día no pueden disculpar el necesario homenaje a quien nos dijo adiós para siempre jamás.
Galicia también es una familia. Heredamos de nuestros antepasados un sentimiento de cohesión social, de fraternidad, que hace que ningún gallego sea ajeno para otro gallego. De ahí que estas pérdidas sean sentidas como propias por todos; se trata en suma de familiares que formaban parte de la hermandad abierta que significa nuestro país. Con ellos compartimos momentos felices y desventuras, proyectos, sentimientos, esperanzas y sueños, muchos sueños.
En el caso de nuestros mayores, formaban parte de una historia viviente imprescindible para entender lo que fuimos y lo que somos. Sus recuerdos nos acompañaban para que no olvidáramos que la prosperidad lograda entre todos hundía sus raíces en el sufrimiento de muchas generaciones pasadas cuya biografía está llena de privaciones. Ahora que afrontamos una crisis mayúscula de perfiles aún no del todo conocidos, sus experiencias son una guía y un estímulo inapreciables.
Una guía porque ellos lucharon contra todo tipo de calamidades con menos medios que nosotros, pero recurriendo a una invencible cohesión colectiva que los hizo fuertes. En estos días estamos juntos a pesar del aislamiento. Estamos solos pero unidos.
El pueblo que somos sigue existiendo pese a que aún no podamos llenar las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades. Procuramos, cada uno en la medida de sus posibilidades, promover los lazos con vecinos y allegados mediante diferentes gestos solidarios reales o virtuales. Los mayores que se fueron siguen viviendo cuando los recordamos y emulamos .
Su legado también trae consigo un estímulo para todos aquellos que se vean tentados por la desesperanza. Los que nos dejaron fueron capaces de superar todo tipo de pruebas. Jóvenes o mayores, nunca se rindieron y por eso son artífices de la nueva Galicia que resurgió de todas las negras sombras del pasado. Como tal hay que situarlos en nuestra memoria colectiva, en este mes de luto oficial y siempre.
Esa guía y ese legado se hacen igualmente patentes en los responsables públicos obligados a responder a una amenaza desconocida y a unas consecuencias solo parcialmente previsibles. Nos debe obligar, sobre todo, a reconocer humildemente errores y valorar en su justa medida el civismo de la población , desde los más pequeños hasta los mayores, pasando por todos los profesionales que prestan servicios esenciales, especialmente en el ámbito sanitario. Dar primacía a la colaboración es una máxima que debe seguir vigente.
A la espera de que nuestro tributo a los fallecidos pueda ser más explícito, entiendo que mi deber hoy es intentar ser portavoz de la pena y el agradecimiento de los gallegos. Tengámoslos presentes, seamos dignos herederos de su ejemplo y continuemos la labor que ellos no pudieron proseguir. Faltan ellos en el camino pero podemos sentir su aliento en estos momentos difíciles . También por ellos, cuidémonos los unos a los otros como lo que somos: una gran familia.