Entrevista
Alaska: «La Gasolina de Daddy Yankee es toda una obra maestra»
Su espectáculo «La Última Tournée» se estrena en el Teatro Colón de La Coruña este jueves 23 de enero

Una España saliendo del cascarón, con la Expo de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona a la vuelta de la esquina y un aire de falsa modernidad que lo empapa todo. Hasta que la crisis golpea con fuerza y se ceba con los más pequeños, como es la compañía de varietés que dirige Norberto Pinti (Manuel Bandera). Renovarse o morir es la encrucijada que se le presenta a esta compañía, que deja atrás las giras de verano de vedettes y vodeviles y se pasa al teatro lorquiano. Alaska (que encarna a Paca Castellón), Mario Vaquerizo (Enzo Marini) y Bibiana Fernández (Miranda Vega) protagonizan «La Última Tournée» , una colorida comedia de Félix Sabroso que ofrece dos pases en el Teatro Colón de La Coruña los días 23 y 24 de enero a las 20.30 horas. Charlamos con Alaska sobre este espectáculo, política, música y el paso del tiempo.
—«La Última Tournée» parece toda una declaración de intenciones: gira al igual que un show de provincias como el de la trama y remata por todo lo alto en Madrid, ¿no le parece?
—[Risas] No ha sido intencionado, de hecho, yo creo que los protagonistas de la obra no llegarían ni tan siquiera a las capitales de provincia. En 1991 las compañías de variedades ya habían sido relegadas a actuaciones en pueblos pequeños.
—Paca Castellón, su personaje, tiene un aire a Jessica Rabbit
—Paca está muy vendida por su físico, ¡mea culpa! Con mi físico sería difícil hacer una bruja de Zugarramurdi como Terele Pávez. Para el peinado nos inspiramos en el look de las presentadoras de las televisiones privadas de la época, que entonces eran una novedad. Llevaban ese mismo tono rojo.
—Quizá los 90 sean la etapa menos mediática de Fangoria. ¿Qué recuerdo guarda de aquella época?
—Siguieron siendo años años muy mediáticos para Alaska gracias a «Lluvia de estrellas» o «Los Morancos», pero no para Fangoria. Hasta «Una temporada en el infierno» éramos un grupo underground y nos autoeditábamos nuestros propios discos, luego vino el pelotazo en el Sónar. En todo caso no tiene nada que ver una cosa con la otra; puedes estar presentando un programa de televisión y que tu música no interese.
—Como personaje destacado de la Transición y años siguientes, ¿cree que entonces éramos más libres que ahora?
—Sí, porque antes toda prohibición venía siempre de las instituciones que estaban por encima de ti, como el Estado, la Iglesia o la familia, y estaba claro contra qué te enfrentabas. Ahora, el cuestionamiento te viene de todas partes y un comentario en una red social puede derivar en una especie de moción de censura capaz, por ejemplo, de tumbarle un programa a un cómico porque a alguien le ha molestado un chiste. Entonces era más fácil luchar, ahora es imposible.
—¿Tiene la sensación de vivir en una dictadura de lo políticamente correcto?
—Yo y todo el mundo. De todas formas la historia es cíclica. Después de los hippies del 68 vino el punk en el 77. Sí es verdad que antes nos reíamos de la gente muy políticamente correcta, ahora el buenismo lo impregna todo. Tiene una parte buena que es la educación en el respeto y la tolerancia al diferente, pero lo último que podemos perder es el sentido del humor. Es más, a mí lo que me salva muchas veces es mi humor negro.
—Ha comentado en ocasiones que ni su madre era totalmente de derechas, ni su padre de izquierdas, y que ello le había conformado como una persona flexible. ¿Qué le parece que el panorama político actual se asiente en los discursos extremistas?
—Los discursos más extremistas son los que menos nos convienen. Lo último que necesitamos es que nos pongan nerviosos. Pero el miedo ha sido un medio de control para todos los sistemas políticos durante toda la historia, y lo seguirá siendo porque forma parte de la condición humana. No me preocupa especialmente porque nunca he pensado en el signo del gobierno que está en el poder para hacer lo que yo quiera.
—En 2019 Fangoria cumplió 30 años. ¿Se han visto obligados a reinventarse también como los personajes de «La Última Tournée»?
—Los personajes no tienen nada que ver con nosotros. Tanto Bibiana [Fernández], como Manuel [Bandera] o Mario [Vaquerizo], todos nos caracterizamos por tener carreras en la que hemos hecho lo que nos ha dado la gana, yendo incluso en contra de lo que nos pedían, como fue el caso de Fangoria. A ese nivel no hemos podido poner nada de nuestra experiencia en los personajes, porque nunca admitiríamos que alguien nos dijera lo que tenemos que hacer.
—Su último trabajo, «Extrapolaciones y dos respuestas», se trata de un doble álbum de versiones de temas de las tres últimas décadas: Los Planetas, OBK, La Casa Azul, Marta Sánchez… ¿puede la música actual seguir generando himnos?
—Claro que sí. Lo que han cambiado son los canales de difusión. Han pasado de ser unidireccionales a multidireccionales y quizá por eso haya «superhimnos» por descubrir, es más complejo llegar a destacar. Está claro que no llegas igual a las mismas personas, por ejemplo, me sorprende que haya hablado con gente de Billie Eilish y que no la conozcan.
—¿Una canción de reggaetón puede ser también un himno?
—¡Son himnos! Una de las primeras que escuché fue «La gasolina», de Daddy Yankee. Me parece toda una obra maestra, es buenísima dentro de su género. Hablamos del reggaetón como si se hubiera inventado ayer y no es cierto, solo que ahora es lo que tiene mayor visibilidad.
—Mario está ahora mismo concursando en «Tu cara me suena». ¿Cómo le sienta que la imiten?
—Tengo la suerte de que me han imitado muchísimo. A veces más que una buena imitación, se han hecho recreaciones muy logradas de Alaska. Las que más me halagan siempre son las de los clubs de travestis que cantan por Fangoria o por Dinarama.
—¿Qué no puede dejar de llevar consigo a sus actuaciones?
—El móvil, el ordenador, las gafas de ver porque no veo nada, el pijama, mis suplementos vitamínicos, el libro que estoy leyendo ahora y el maquillaje, claro. ¡A Paca hay que maquillarla!
—¿Y traer de vuelta? Supongo que se dará una vuelta por los mercadillos de La Coruña
—Lo intentaré porque es la afición más maravillosa que existe. Hay mercadillos estupendos y en todas las ciudades siempre hay un tesoro por descubrir.