Luis Ojea - Crónicas Atlánticas

La acelerada degradación del socialismo

Gonzalo Caballero es tan responsable como Sánchez de la degradación del PSOE. Y lo será también de su desintegración

Empujado por una irrefrenable pulsión de poder, Pedro Sánchez ha arrasado con todo. También con su partido. En su asalto a los cielos, ha roto los pocos puentes que quedaban entre Ferraz y su electorado más moderado, el que sintiéndose de izquierdas no se avergüenza de ser español y defender el Estado de Derecho consagrado por la Constitución. Hoy, adaptando la célebre cita de Alfonso Guerra, al PSOE «no lo conoce ni la madre que lo parió». Y en esa acelerada degradación, Sánchez ha tenido cómplices. Todos aquellos que han permanecido callados y han avalado con su silencio su huida hacia ninguna parte. Entre ellos, Gonzalo Caballero y todos los cargos orgánicos e institucionales del PSdeG que, por falta de coraje o de principios, han tragado con las felonías de Sánchez.

Hay asuntos en los que no cabe la equidistancia. Es una canallada, pero también una estrategia suicida. Alguien que cambia de parecer cada cinco minutos y es capaz de traicionarse a sí mismo tres veces al día no es de fiar. Pero, por h o por b, Caballero decidió fiar su futuro al de Pedro Sánchez. Ni siquiera esta semana fue capaz de hilvanar un discurso propio. En plena claudicación del Gobierno al independentismo catalán, mientras los líderes históricos del socialismo —Felipe González y Alfonso Guerra— y los barones territoriales más significativos del partido —desde García Page a Lambán— explotaban y se desmarcaban nítidamente de los delirios de Sánchez, el presunto líder del PSdeG respaldaba sin fisuras las disparatadas concesiones del Ejecutivo al separatismo. Y ahora, una humillación más, avalará también su marcha atrás. Y lo que haga falta. Todo vale. No hay límites para quien no tiene principios ni pudor en demostrarlo.

Sí, por si quedaba alguna duda, Gonzalo Caballero ha quedado definitivamente retratado. Y en su caída acabará arrastrando al conjunto del socialismo gallego. Con su aquiescencia a los dislates de Pedro Sánchez, ha demostrado, una vez más, que el PSdeG solo es una franquicia de Ferraz, irrelevante, sin perfil diferenciado, sometida a los intereses de la cúpula estatal del partido y acostumbrada a traicionar a Galicia a cambio de una palmadita en el hombro del jefe de filas de turno. Lo hizo hace apenas unas semanas al avalar unos presupuestos que premiaban a Cataluña y castigaban a Galicia. Y lo han vuelto a hacer estos últimos días al bendecir que Sánchez volviese a arrodillarse ante los nacionalistas catalanes para sobrevivir un poco más en la Moncloa.

Caballero es tan responsable como Sánchez de la degradación del PSOE. Y lo será también de su desintegración. Porque este tipo de enjuagues y componendas nunca salen gratis. El viejo socialismo lleva tiempo advirtiéndolo. En Madrid, Felipe y Guerra, y aquí también. Sí, Paco Vázquez es apenas un destello del pasado. Pero él ganaba elecciones y el nuevo PSdeG va camino de ser una fuerza residual en La Coruña. Sí, que Manuel Martínez reniegue del partido puede no ser más que una anécdota, pero ya veremos si la anécdota no le cuesta en mayo al PSdeG la Diputación de Lugo. Sí, Pachi Vázquez ya no es nadie y sus berrinches pueden tener un impacto más o menos limitado en el votante socialista, pero que abjure de un partido quien fue su secretario general demuestra la fractura interna de esa fuerza política. Sean o no conscientes de ello, las hipotecas de Sánchez, que Gonzalo Caballero ha hecho suyas, llevan al socialismo gallego hacia un naufragio.

Ambos, uno por acción y otro por omisión, son responsables de la acelerada degradación del socialismo. Y de su descomposición. Una acelerada y suicida carrera hacia la autodestrucción.

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