Condenan a 425 años de cárcel a la exjefa de ETA Anboto por atentar en el estadio del Alavés
Soledad Iparraguirre fue absuelta por este caso el año pasado, cuando los magistrados De Prada y Mora no tuvieron en cuenta una prueba clave: las huellas de la propia terrorista

Nueva condena para la exjefa de ETA Soledad Iparraguirre, alias 'Anboto', ya en prisión por varios atentados. La Audiencia Nacional la condena ahora a 425 años de cárcel por el atentado en Mendizorroza, el estadio del Deportivo Alavés, durante un partido del equipo vitoriano en 1985 que se saldó sin víctimas mortales gracias a que los Tedax pudieron desactivar el coche-bomba que el comando Araba había colocado junto al dispositivo policial de ese encuentro.
En una sentencia que se ha conocido este lunes, la Sección Segunda de la Sala de lo Penal condena a Anboto a esos más de cuatro siglos de cárcel por veinte delitos de asesinato en grado de tentativa, otro de tentativa de atentado contra agentes de la autoridad y uno de estragos.
Otro tribunal de la propia Audiencia Nacional juzgó y absolvió a Anboto por este mismo atentado en marzo de 2021. La Fiscalía recurrió esa sentencia ante el Tribunal Supremo apoyada por el voto particular del magistrado Fernando Andreu contra la absolución acordada por sus compañeros José Ricardo de Prada y José Antonio Mora, ponente de esa sentencia.
Absolución revocada
Estos dos magistrados fueron los que denostaron una prueba clave contra Anboto: las huellas que los agentes recogieron en el coche tras el atentado y que décadas más tarde, ya con medios más modernos, pudieron comprobar que efectivamente pertenecían a la exjefa de ETA. Por eso el pasado mes de julio el Supremo anuló esa sentencia y ordenó repetir el juicio con otro tribunal distinto por haber omitido De Prada y Mora dicha prueba de forma errónea.
El nuevo tribunal considera ahora acreditado que Soledad Iparraguirre fue la que conducía «el vehículo en cuyo maletero se había instalado un artefacto explosivo que fue dejado aparcado en la explanada del Polideportivo Mendizorroza en la ciudad de Vitoria, junto al lugar en el que solían estar estacionadas las furgonetas policiales, en los días de eventos deportivos, dejando orientada la carga hacia las taquillas».
Respecto al informe dactilar que no se tuvo en cuenta en el primer juicio, el tribunal explica que se trata de cinco huellas recogidas justo después del atentado en el volante del vehículo que robó ETA para montar este atentado. Entonces fueron archivadas como anónimas y varios años después, ya con más medios tecnológicos, se cotejaron con las huellas que se tomaron a Anboto tras ser detenida por otros crímenes.
El resultado es que cuatro de esas cinco huellas coinciden de forma «indubitada» con las oficiales de esta exjefa de ETA, por lo que el tribunal concluye que existe «prueba directa» de que Anboto «estuvo físicamente presente en el interior del vehículo y agarró el volante con cuatro de sus dedos».
Además, la sala recuerda el testimonio de colaboradores del comando Araba que, tanto en la instrucción previa como durante el propio juicio, testificaron que Soledad Iparraguirre era miembro del mismo cuando se produjeron los hechos.
No más de 30 años
Pese a lo abultado de la condena, la sentencia también apunta que el tiempo máximo de cumplimiento efectivo no podrá exceder de 30 años, de acuerdo con el Código Penal vigente. No obstante, a efectos prácticos tampoco tendrá grandes consecuencias para esta exjefa de ETA, toda vez que ya ha sido trasladada al País Vasco por el Gobierno central y además acumula condenas anteriores que exceden con creces ese límite de tiempo real entre rejas.