A la Virgen sí se la puede insultar
Libertad de expresión dirán todos aquellos que ven una viga en la boca del grosero universitario y consideran una gracieta sin mayor importancia ni gravedad lo dicho por Illueca.
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El telediario de las tres de Antena 3 comenzaba este jueves con las imágenes y los gritos de un energúmeno universitario que desde el colegio mayor Elías Ahuja en el que estaba alojado –y del que ya ha sido expulsado— convocaba a sus compañeros a lanzar una serie de desgraciados requiebros a cuál de ellos más insultante, denigrante, estúpido, cafre, bochornoso, injurioso, machista, humillante, vejatorio –no quisiera quedarme corto-- contra las universitarias del lindante Colegio Santa Mónica.
Supongo que estaremos de acuerdo que esos son, como poco, los calificativos que se merecen todos aquellos canallas sinvergüenzas que excretaron frases como estas: ¡Putas, salid de vuestras madrigueras, conejas! ¡Sois unas putas ninfómanas, os prometo que vais a follar todas en la capea! ¡Vamos, Ahuja! Y que a coro se sumaron muchos, parece ser que la aborregada mayoría de los alumnos de ese colegio mayor, haciendo suya y compartiendo el soez requerimiento.
Las reacciones contra tan desgraciada performance fueron inmediatas y a cuál de ellas más contundente. El presidente del Gobierno, de viaje a Praga, fue de los primeros en lanzar su tuit. Y tras él, en sonora cascada, ministros, ministras, ministres, dirigentes de la oposición y tutti quanti reaccionaron en contra. ¡Ah! También la Fiscalía General del Estado, no siempre tan diligente y dispuesta a actuar.
Entiendo el malestar, enfado y la contundencia de la reacción suscitada y no encuentro razón alguna para tratar de paliar la gravedad de tamaña grosería que, según parece, ya venía produciéndose en años anteriores sin que el tam-tam mediático lo hubiese difundiese de modo tan prolijo como en esta ocasión.
Con pocas horas de diferencia a lo sucedido en Madrid, el todavía vicepresidente del Consell, el podemita Héctor Ilueca, grababa un vídeo en Valencia para anunciar su candidatura a presidir la Generalitat Valenciana. Durante la grabación una mosca, habitual en los estudios televisivos, parece que le molesta y reacciona iracundo diciendo: «Joder macho, me cago en Dios y en la puta Virgen ya». Una blasfemia que provocará la risa complaciente del ex vicepresidente segundo Pablo Iglesias, que estaba en el cap i casal para presenciar un libro de exaltación republicana firmado por Illueca, así como el me gusta y el inmediato retuit de la chusma podemita.
Una blasfemia que no provocará, ni por asomo, la diezmilésima reprobación conseguida por el iracundo estudiante del CM Elías Ahuja tras lanzar su cavernícola provocación a las universitarias vecinas. A la rápida expulsión del vocero, una vez viralizado lo ocurrido, han seguido las de otros alumnos del mismo colegio. Y la Universidad Complutense, a la que está adscrita el centro, ya ha abierto expediente y no será cosa de arrendar la ganancia a ninguno de los vociferantes bocachanclas.
Curioso por contradictorio lo que sucede en esta España nuestra. La blasfemia dejó de ser punible. Insultar a la Corona ya no es delito. Tampoco quemar la bandera de España. A no pocos fiscales y fiscalas, sobre todo si son de la cuadra de Dolores Delgado, les da por la laxitud y la mas benevolente comprensión a la hora de valorar un dicho o hecho por denigrante que sea para las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Llamar zorra a una policía local de Madrid, como hizo la dirigente podemita Isa Serra durante un desahucio, merece comprensión y apoyo por parte, sí de Pablo Iglesias, que al comentarlo ante la cámara se regodea en exaltar lo que hizo su camarada que, además de insultar a la agente le tiró del pelo, y que una vez metida en la faena quemó dos o tres contenedores.
A la Virgen, pese a ser mujer, se la puede insultar con la gravedad e impunidad con que lo ha hecho Héctor Illueca ante la complacencia bobalicona de quienes le han reído semejante execración, con Iglesias al frente como principal divulgador del exabrupto. Libertad de expresión dirán todos aquellos que ven una viga en la boca del grosero universitario y consideran una gracieta sin mayor importancia ni gravedad lo dicho por Illueca. Contradictorio y cada vez mas desgraciado país el nuestro.