ENTREVISTA A JOSÉ MANUEL GARCÍA MARGALLO
«Ahora ya podemos hacer un pacto nacional del agua para traerla de donde sobra»
El candidato del PP al Congreso por Alicante vislumbra un Plan Hidrológico y mucha proyección al sector exportador por el nuevo Fondo África dotado por la UE con 180 millones de euros para inversiones
![«Ahora ya podemos hacer un pacto nacional del agua para traerla de donde sobra»](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2015/12/12/margalloentrevistaelecciones--620x349.jpg)
Mientras se vuelca en la campaña electoral en su circunscripción, Alicante, el también ministro de Exteriores tiene que ocuparse de múltiples frentes abiertos en todo el mundo. Sin ir más lejos, interrumpió esta entrevista para despachar con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para informarle de primera mano del atentado en Kabul (Afganistán).
—Uno de los proyectos más esperados para Alicante es la zona franca, que en última instancia depende del Gobierno central, ¿es conocedor el gabinete del presidente Mariano Rajoy y lo apoya?
—El presidente de la Diputación, César Sánchez, encargó un estudio económico que me envió y yo estuve en la presentación de este informe en la OAMI. Me parece una muy buena iniciativa que, por supuesto, voy a apoyar con todas mis fuerzas.
—Es complementario con el Corredor Mediterráneo, la infraestructura de más envergadura para la provincia, pero ¿podrá este último materializarse en la próxima legislatura?
—Cuando llegamos al Gobierno era un Power Point, en estos momentos, para empezar, ya está incluido en presupuestos y entre los proyectos de las grandes redes europeas de transporte, que nos conectarán desde Algeciras con el corazón de Europa; segundo, ya han empezado las obras; y tercero, hay una voluntad de terminarlo en el plazo más breve posible.
—Usted ha comentado que habrá una conexión con autobús al sur hasta Torrevieja y al norte para Benidorm...
—Las lanzaderas me parecen razonables, dada la capacidad turística tanto de las Marinas como de Torrevieja.
—La otra gran reivindicación para los alicantinos es el Plan Hidrológico Nacional. En esta legislatura se han hecho los planes de cuenca, los «deberes» por así decirlo, ¿se puede acometer por fin un PHN?
«Cuando llegamos al Gobierno, el Corredor era un Power Point; ahora ya han empezado las obras»
—Esta es una de las cosas que me tuvo más preocupado y ocupado en mi época de eurodiputado, los 17 años que pasé en Bruselas. El Gobierno de entonces, del Partido Popular, habíamos puesto mucha ilusión y muchas horas en el Plan Hidrológico Nacional, pero cuando llegó el Gobierno de Rodríguez Zapatero lo primero que hizo fue derogarlo y sustituirlo por un plan de desaladoras, la más emblemática es la de Torrevieja, que se proyectó para un caudal de 80 hectómetros cúbicos –recuerdo que solo Azud de la Marquesa proporciona 50 hectómetros– y costó 300 millones de euros. En este momento, se están sacando 10 hectómetros cúbicos, está infrautilizado y seguramente los dos problemas más serios son el consumo de energía, que equivale al de la electricidad para todo el municipio de Torrevieja en verano, y el segundo es el coste del agua, porque ahora se está subvencionando su coste por la sequía, pero de forma temporal y cuando se acabe resultará excesivamente cara para los agricultores. Y eso fue una discusión fuerte en Bruselas, el objetivo del Partido Popular era que el precio total del agua incluidas las amortizaciones pudiese verse de una forma más flexible, porque si no se hace completamente inservible. Esa interpretación nueva es posible y también hemos de tener en cuenta que la desalación siempre será un complemento al agua en superficie, no la solución definitiva, sino complementaria en momentos de sequía.
A partir de ahí, vamos a defender el trasvase Tajo-Segura, que en estos momentos está amenazado en la Mancha por su presidente, García-Page, que ha dicho que no descansará hasta que vea derogado el memorando que firmaron cinco comunidades. En segundo lugar, hay que completar el Júcar-Vinalopó desde el Azud de la Marquesa y con una traída de agua de calidad para el consumo humano.
En 2009 se tenían que haber hecho los planes de cuenca –no se hicieron– y ahora que están terminados eso nos permite conocer los saldos excedentarios y deficitarios para hacer un pacto nacional del agua y traerla de donde sobra a donde falta.
![Margallo, durante la entrevista](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2015/12/12/1margallobis--510x286.jpg)
—¿Cómo van a convencer para ese pacto a los dirigentes manchegos, su rechazo parece ya enquistado?
—Todos los temas que tienen que ver con reparto o distribución de recursos entre comunidades autónomas son conflictivos, porque cada presidente busca sus intereses. Por eso hablamos de pacto de Estado, con el agua, la energía... y todos y cada uno tendremos que hacer cesiones. Es obvio que en cualquier negociación tenemos que estar todos dispuestos a flexibilizar nuestras posturas para llegar a un acuerdo. Pero es obvio que la necesidad del agua aquí no es discutible.
—Parece que ha cundido el ejemplo de reivindicar cada cual para su terruño, ¿qué influencia cree que han tenido los nacionalismos catalán y vasco, que tal vez fueron quienes iniciaron esta estrategia?
—Creo que en la distribución del agua los nacionalismos «particularistas» (como los llamaba Ortega) no han tenido influencia porque es un tema muy anterior a 1898, antes incluso de que se forme la Lliga, un movimiento que no era separatista, sino catalanista. Por esas fechas Sabino Arana es elegido diputado. El agua ha sido objeto de debate en España y en otros muchos países durante mucho tiempo. Ahora hay una gran discusión por la presa del Nilo, por ejemplo. Los nacionalismos han tenido efectos muy nocivos para la unidad de España y la cohesión de España, pero para el agua no me atrevería a hacerlos responsables.
—¿Y cuál es su influencia en el auge de partidos nacionalistas como aquí Compromís u otros que han surgido en comunidades como Galicia o Canarias, que no se consideraban como «históricas»?
«Los gobiernos de Cataluña llevan ensimismados desde 2010, sin preocuparse de gestionar»
—Decía Cambó en su libro «Por la concordia», de 1927, que el separatismo, para tener éxito, tiene que aprovechar dos circunstancias distintas: o un conflicto interno o que España estuviese envuelta en un contencioso exterior. En la historia siempre ha ocurrido así: los movimientos separatistas catalanes se producen en 1640 cuando cae el comercio con América; en 1711 la Guerra de Sucesión se convierte en Guerra de Secesión de Cataluña; luego en 1931 y en 1934. Y ahora ha habido una crisis económica, la más severa en España y Europa desde 1929, y surgen los indignados, que cuestionan el sistema, y los independentistas, que tratan de trasladar la responsabilidad de las penurias económicas que sufre la población a alguien. El Gobierno de la Generalitat utiliza el «España nos roba» y con eso se arregla todo, ya han encontrado un culpable, un chivo expiatorio y así no tienen que dar explicaciones de lo que han hecho.
Lo cierto es que los distintos gobiernos de Cataluña llevan ensimismados desde 2010 cuando empezaron la discusión del Estatuto hasta ahora, sin preocuparse de la gestión de los asuntos corrientes, y eso agrava la crisis. Se dedican a discutir de otras cosas y no pagan a las farmacias.
—Alicante es una provincia con un saldo comercial positivo, ¿tienen ideas nuevas de cómo incentivar la exportación, apoyar a los que ya venden en el exterior o que haya más empresas que den el salto?
—Si yo tuviese que resumir la filosofía de este Gobierno sería que hemos querido pasar de un modelo basado en el endeudamiento y el ladrillo, pedir dinero para invertirlo en inmuebles y así obtener plusvalías fáciles, a otro que está basado en la neurona, la competitividad y el sector exterior, en su doble vertiente: exportaciones y licitaciones de nuestras empresas en otros países. Que ese modelo es ya una realidad lo prueba que exportamos el 34% de nuestro PIB, más de la tercera parte de lo que producimos se vende en el exterior, que es la mejor cifra de Europa con excepción de Alemania. Y en concursos y licitaciones, solo en infraestructuras el año pasado se ganaron concursos por un valor de 50.000 millones de euros. En sectores tecnológicos avanzados y compitiendo con empresas punteras del sector, con ejemplos en trenes de Alta Velocidad, metro, el Canal de Panamá... el tráfico aéreo, donde uno de cada tres aviones que están en vuelo en estos momentos está gestionado por una empresa privada española, el cien por cien del espacio aéreo alemán, en la gestión del agua. En Argentina, después de la intervención en YBF Repsol seguimos siendo el mayor inversor del mundo. Y ocurre también en Brasil y otros países.
«Aquellas provincias que han comprendido que el futuro estaba vendiendo fuera salen con ventaja»
Aquellas provincias que se han adelantado a su tiempo y han comprendido que el futuro estaba vendiendo fuera salen con ventaja. Si a eso añadimos que la Unión Europea va a invertir mucho dinero en las áreas donde ya estamos establecidos, pues lo mejor está por llegar. Somos el primer proveedor en Marruecos, en Argelia, en Libia ahora se va a invertir. La UE ha puesto en marcha ya un Fondo África para invertir en los países próximos a nosotros con 1.800 millones de euros, que son los primeros (habrá muchos más) y van a generar muchas oportunidades. Europa ha comprendido que hay que invertir en esos países para que se desarrolle su economía y su población no se vea en la necesidad de venir. Estamos en una magnífica situación, por eso en esta legislatura ha puesto tanta atención en Casa Mediterráneo...
![El ministro, durante el mitin del PP en Orihuela del viernes](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2015/12/12/1margallobis2--510x286.jpg)
—Pero usted ha dicho que su ministerio es el único que paga.
—He venido aquí varias veces, he tenido reuniones con la sociedad civil alicantina, con universidades, empresarios y les he dicho que este es un proyecto que saldrá adelante si nos comprometemos todos con su futuro. Estamos haciendo lo que podemos, pero me gustaría hacer mucho más en Casa Mediterráneo.
—¿Han tenido contacto con la Administración local o autonómica, para resolverlo?
—Hemos estado discutiendo, porque tienen una deuda acumulada muy importante y ahora lo último que hemos sabido es que han puesto pegas al presupuesto, lo cual ya es pintoresco: no pones un euro y ahora no estás de acuerdo con las cuentas. Por supuesto, he dicho al director que dé todas las explicaciones que hagan falta de en qué se va a gastar el dinero, pero si quieren seguir deben contribuir.
—Se habla hace tiempo de la posibilidad de que Benidorm sea municipio turístico.
«No creo que la Comunidad Valenciana tenga un problema de identidad, muy valenciana y española»
—Hay que estudiarlo, pero nosotros vamos a tener unos años en los que nuestro problema no va a ser la demanda turística. Lo que está pasando en el norte de África, en Turquía, necesariamente se va a traducir en un aumento de los turistas en destinos tradicionales españoles. El desafío no está ahí, está en alargar la temporada, incorporar el turismo de interior, el deportivo, de salud. A mí no me ha dado tiempo en esta legislatura, pero tenía un proyecto avanzado, el proyecto Ulises, que sería una especie de Erasmus para la tercera edad, lo mismo que el Imserso a escala de toda Europa. Contribuiría a que las personas de mi edad se sintiesen más implicadas en el proyecto europeo. Quiero hacerlo.
—El tripartito va a hacer en la ciudad de Alicante una encuesta para evaluar el nivel de valenciano entre los 2.500 funcionarios del ayuntamiento, y también le da el matiz de que la finalidad es «recuperar la identidad», ¿qué le parece?
—No conocía esa iniciativa, pero no creo que aquí tengamos un problema de recuperar la identidad, sino que no tenemos que perderla. Los movimientos nacionalistas aquí no han abandonado el sueño de los países catalanes. De lo que se trata es que nuestra identidad no sea absorbida por la de otras comunidades enormemente respetables, pero que no son la nuestra. No creo que la Comunidad Valenciana tenga un problema de identidad, que por cierto, es muy valenciana y muy española. Si de lo que se trata es de ir borrando la identidad española, estoy absolutamente en contra.
—El panorama se vislumbra con pactos y hay quienes hablan de una segunda Transición, ¿qué paralelismos ve usted que participó en aquellas negociaciones en la primera Transición entre partidos con el momento actual y los partidos emergentes?
—En la primera, de 1975 hasta la aprobación de la Constitución, España tenía unos problemas muy graves: resaca de la recesión de la crisis del petróleo de 1973 que el Régimen no había podido afrontar; sacudidos por un terrorismo que curiosamente mató mucho más en democracia que en dictadura; teníamos resistencias en algunos sectores de las Fuerzas Armadas y el desplome de las instituciones del Régimen. Eso requería de grandes acuerdos de las fuerzas políticas, para pacificar la calle y garantizar la Transición política sin sangre. Hubo dos amnistías, una para quienes no tenían delitos de sangre y otra para los que sí, hubo acuerdo para la reforma de las Fuerzas Armadas y hubo un acuerdo de hacer una Constitución de todos, la primera de la historia desde 1812 que no era un «trágala» de los vencedores sobre los vencidos. Y el secreto es que todos queríamos acertar, e hicimos cesiones recíprocas, y nos metimos en la piel del otro, ya que en toda negociación el acuerdo no satisface al 100% las pretensiones de cada una de las partes.
«Ahora hay mucho ruido por la campaña; como hombre de la Transición me gusta buscar consensos»
Y ahora en España, en Europa y en el mundo hay problemas de una enorme gravedad: el desafío terrorista, inmigración y refugiados, el cambio climático, tenemos que ir a un nuevo orden. En la UE iremos a una nueva refundación, a la unión bancaria y a los Estados Unidos de Europa, y habrá bonos y obligaciones.
En España tenemos el problema catalán, el problema demográfico por el descenso de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida, tenemos que seguir haciendo reformas para no perder el tren de la globalización, ser competitivos y llegar a los 20 millones de puestos de trabajo, y eso requiere grandes acuerdos y un gobierno sólido capar de mantener el timón.
—¿Entonces, ve preparados a los nuevos partidos emergentes para esa negociación?
—Ahora hay mucho ruido. Estamos en elecciones y estas cosas... todo el mundo trata de marcar cuáles son sus perfiles propios y su diferencia con los otros partidos. Hay que ir a votar, hacer un diagnóstico y ver cuáles son las terapias necesarias. Yo, como hombre de la Transición, soy propenso a buscar los consensos nacionales en los grandes temas.