Cristina Seguí - EL CSEGUI
La xenofobia de Compromís
Los mismos occidentales que vomitarían con una esvástica se pinean la chupa con insignias risueñas de la hoz y el martillo
Karluv Most es el puente más viejo de Praga. Su medio kilómetro de longitud está siempre mojado. Siempre. Bien sea por la lluvia o bien por el rocío pavimentado con decenas de domingueros occidentales que, recién madrugados al ideal trotskista, compran con simpatía bagatelas de hojalata de la antigua URSS y el comité revolucionario de Petrogrado. Esos mismos occidentales que vomitarían con una esvástica, hoy se pinean la chupa con insignias risueñas de la hoz y el martillo. Así que, irremediablemente, hoy Karluv -Carlos para los revolucionarios de caña y tapa-, se ha convertido en otro informante pétreo, dócil y atónito de cómo los mismos europeos horrorizados con el exterminio masivo de Auschwitz, ahora votan a la extrema izquierda española de Podemos y Compromís , cuyos alcaldes y diputados salvan la honra de Stalin y sientan en el confesionario a El Bakraui y los suicidas yihadistas que, el pasado martes, sembraron el terror en el aeropuerto y el metro de Bruselas.
Así que, después de las explosiones y los muertos, llegó la hora de los políticos taimados. De los prestos en demostrarse canallas . Como en una contrarreloj macabra por ganarle protagonismo al drama de treinta y cuatro vidas arrebatadas. Rufianes con altavoz público que, con los alegatos habituales e indecorosa prosa antimperialista, trataban al crimen de respetable y mecían a los asesinos en un ejercicio de insoportable condescendencia. Y es que ya se sabe, para ser defensor de los derechos humanos tan sólo hay que equiparar los de víctimas y asesinos. Los de John el yihadista a los del degollado James Foley. Los de Abdeslam a cualquiera de los 131 asesinados en París . Así que resulta difícil saber para quién guardaba el minuto de silencio en el Congreso el diputado de Compromís Enric Bataller poco antes de calificar de xenófobo el pacto antiyihadista consignado por el PP, PSOE y Ciudadanos mientras, en plena ostentación de creatividad fúnebre, tuiteaba banners photoshopeados del «Je suis» dando así patina a su afinidad con los psicópatas.
Y es que esulta paradójica la calumnia de Bataller, ya que Compromís no es otra cosa que esa perfecta simbiosis de comunismo y nacionalismo racista por definición lograda por el esfuerzo de quienes, como Joan Ribó, alcalde de Valencia, moraban los suburbios del PCE. Ellos: Ribó, Oltra, Baldoví , formaron en el característico odio de la lucha de clases al resto de su cantera orwelliana, llamada «Primavera Valenciana», la cual provocó los graves altercados en 2012 que se saldaron con 21 policías heridos al grito revolucionario de «Con tanta madera haremos una hoguera» . Ellos y no otros eran los cerdos que dirigían sus consignas al resto de su establo doctrinal. Aquel movimiento radical registrado como marca por uno de sus huestes, Guillermo Chuliá Peris, fue instruido de forma primorosa en el arte de la propaganda. De la que envolvía los pasquines de lucha callejera prestados por bandas abertzales, en ungüento de redención para los oprimidos. De la que convierte la persecución política y religiosa en agenda social y aflicción peronista por los refugiados.
Más tiernos resultan en el tiempo los deslices xenófobos aportados por el actual diputado autonómico de Compromís y cantante del grupo independentista La gossa sorda, Josep Nadal . Quien, lejos de ocultarlos convenientemente, siempre ha exhibido con un orgullo grotesco y obsceno su odio y agresividad contra el diferente dentro y fuera de sede parlamentaria . Mientras, se refiere a los valencianos y disidentes del pensamiento único pancatalanista que le rescató de la horfandad de patria «como aquellos cabrones españoles». Su propia apariencia es la avanzadilla de un racismo tosco y torpe , aunque hace tan solo unos meses atrás fue lo suficientemente ágil como para alcanzar al cantante judío Matisyahu, quien fue censurado en un conocido festival por el propio Nadal y la asociación BDS en su campaña contra la colonización, el apartheid y la ocupación israelí.
Tras el talante exhibido por los nacional-comunistas de «las fuerzas del cambio» ante la última tragedia de Bruselas, y su silencio escandaloso tras los últimos asesinatos cristianos en Pakistán, estos parecen haber sido conminados en el viejo puente de Karluv por el mismísimo Bertolt Brecht , aquel dramaturgo comunista quien, mientras asesinaban a Bábel y a Florenski en los crímenes estalinistas, decía a su amigo el filósofo Sidney Hook: «Cuanto más inocentes son, más merecen morir».
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