Pandemia
Dos voluntarios recuperados de coronavirus: «Nos sentíamos mal por la impotencia de no poder ayudar»
Luisa y José, un matrimonio de Cruz Roja, se reincorporan a las labores dos días después de superar la enfermedad: «Necesitamos alimentos y manos»
Última hora del coronavirus en la Comunidad Valenciana
Luisa y José llevan el voluntariado «en vena». Forman parte de Cruz Roja desde hace más de 30 años , una vocación de servicio de este matrimonio que no sólo no se ha agotado con el paso del tiempo, sino que sus hijas llevan el mismo camino. «Cuando estaba embarazada de la pequeña, me bajé del vehículo a las 8 de la tarde de un día y a las 6 de la mañana del siguiente nació ella. Las dos se han criado prácticamente aquí, han venido siempre con nosotros y lo han mamado» resume Luisa.
Ambos pertenecen a la asamblea local de Torrent (Valencia), en la cual se inscribieron cuando llevaban cuatro años de noviazgo. Allí comenzaron como monitores de juventud y posteriormente fueron realizando labores de socorro, de intervención social, de reparto de alimentos, etc. hasta llegar a la directiva. Actualmente, son de los más veteranos y, aunque participan fundamentalmente en Socorros y Emergencias, se dedican a multitud de tareas: conducir ambulancias, contabilidad, captación de fondos...
Un no-trabajo que están viviendo con especial preocupación debido a la crisis del coronavirus , el cual les ha afectado a ellos mismos, aunque ya se encuentran recuperados.
José trabaja en una empresa privada como Técnico de Emergencias Sanitarias, donde se contagió. «Al día siguiente caí yo», cuenta Luisa. Su hija mayor, de 26 años, ya está independizada, pero la pequeña, de 11, se fue a vivir a casa de su hermana aislada en un cuarto. El matrimonio se autoimpuso cuarentena hasta que les fue realizada la prueba, que dio positivo. Afortunadamente, los síntomas eran leves.
«¿Y si nos hubiera pasado a nosotros?»
«La enfermedad la hemos vivido de forma relativamente relajada porque no ha sido grave y además estábamos juntos en casa, pero lo hemos pasado mal porque no sabes qué puede ocurrir . Un compañero de mi marido fue trasladado a la UCI y falleció antes de que él diera positivo. ¿Y si nos hubiera pasado a nosotros?», se pregunta.
Después de tres semanas en su domicilio, el pasado viernes llegó el tan esperado «negativo». Les dieron el alta y lo primero que han hecho este lunes ha sido reincorporarse inmediatamente a Cruz Roja. «Cuando estábamos confinados nos sentíamos mal por la gran impotencia de no poder ayudar , porque precisamos de muchas manos», señala Luisa.
Las necesidades a raíz de la pandemia son numerosas, relata. De un lado, la atención a las personas mayores que viven solas y no pueden salir de casa, a las que ayudan, llevan todo lo que necesitan y atienden sus llamadas. De otro, los colectivos vulnerables . «Hay muchas familias con pocos recursos que ahora mismo, con todos los problemas laborales, están con una mano delante y otra detrás», señala. A todas ellas les facilitan alimentos de primera necesidad. A esto se añade el trabajo en residencias de mayores, donde la situación es muy delicada y compleja.
Lo que más falta les hace, apunta, es comida y gente . «El que no está contagiado está en cuarentena». Con el material de protección se han ido apañando como han podido, admite Luisa. «Una vecina de la localidad nos trajo mamparas el otro día. Sobre la marcha hacemos lo que podemos. Nos va llegando poco a poco», cuenta.
Los deseos, como los de cualquiera, es que la pandemia se pueda superar cuanto antes: «Nosotros hemos tenido suerte, pero otros no. Ojalá pase todo esto pronto».