Vivir perjudica seriamente la salud

Estamos muy alarmados porque a raíz de que todos nos ha dado por correr como posesos, están empezando a morir personas con aspecto muy saludable en algunas de las mil carreras que cada fin de semana se celebran en cada esquina de la geografía patria.

Llegados a este punto, dos cosas. La primera es que si cada fin de semana hay diez personas corriendo es muy difícil que alguna sufra un infarto . Ahora, si hay un millón, la estadística dice que a alguno le ha de dar. Si o si. No hay opción.

La segunda, para llevarme la contraria a la anterior, por favor que alguien vigile de que va la cosa. Porque ahora correr maratones de 42 kilómetros se ha convertido en una cosa de “flojitos”. Ahora, para estar en lo que hay que estar es preciso correr un ultramaratón de 120 kilómetros, que haga en un momento dado cumbre en el Mulhacén, en pleno invierno, descalzos y desnudos. Y al acabar, otros cincuenta kilómetros nadando en alta mar untados en crema que atraiga a tiburones. En fin, que habría que ponerle un poco de medida lo que anda haciendo la gente por ahí, porque me temo que no está al alcance de todos.

Y es que en el fondo no son dos cuestiones contradictorias . Es cierto que probablemente algunos de los que han muerto tras una maratón hubieran muerto igual sentados en el sofá de su casa: Pero también hay que admitir que nos ha dado a todos por correr que parece que nos persigue el mismísimo demonio.

Así es que seamos prudentes y dejemos los ultramaratones para los ultraespecialistas y los maratones para quien este preparado físicamente para correrlos, y al mismo tiempo asumamos que si hay miles de corredores durante el fin de semana es estadísticamente comprensible que alguno muera. Y es que el único requisito indispensable para morir es estar vivo. Porque, como cantaba Ariel Rot , vivir perjudica seriamente la salud .