Los vídeos de una Ucrania devastada por la invasión rusa que ha grabado una ONG española
Juntos por la Vida recorre el país para coordinar la ayuda hacia la reconstrucción de las zonas afectadas
Un grupo de voluntarios de la ONG española Juntos por la vida recorre algunas de las zonas más devastadas y bombardeadas de Ucrania para conocer la realidad y necesidades de la población, con el objetivo de preparar acciones de ayuda de cara a su reconstrucción.
«Mucha gente quiere volver a sus casas y otros no quieren abandonarlas», aunque la ONG considera que siguen siendo « lugares peligrosos » y recomienda que se desplacen a otras zonas y alojamientos mas seguros.
«Los que lo han perdido todo no quieren dejar a sus gentes, sus casas ni a sus animales. Algunos que se marcharon comienzan a regresar. En sus pueblos se sienten seguros y tiene esperanza de volver a reconstruir sus vidas a pesar de la guerra y la destrucción, tienen fuerza para ello», afirma Clara Arnal, presidenta de Juntos por la Vida. Desde el inicio de la invasión rusa, la ONG valenciana está en la frontera con Polonia ayudando a refugiados y ahora se han adentrado en pueblos, aldeas y ciudades de la Ucrania «destruidas por la barbarie».
Son lugares donde la fundación conoce a un gran número de familias que viven allí, como Irpen, Bucha, o Sukachi , en los que Juntos por la Vida lleva trabajando desde hace veinticinco años a través de programas humanitarios durante los veranos con menores ucranianos, que han sido acogidos por familias de la Comunidad Valenciana. Niños y niñas de las zonas afectadas por la catástrofe nuclear de Chernobil y también desde hace unos años de la zona de Donbass donde comenzó la guerra.
En su viaje están conociendo diferentes historias dramáticas, como la de la familia de Raia en una aldea de Chernobil que vieron como una bomba entraba por el techo de su casa y mataba a su marido y a otro familiar que estaban dentro. Ahora, están reconstruyendo con plásticos y maderas la casa que contiene en el suelo una bomba sin explotar , con la que tienen que «convivir», pues les dicen que no se puede desactivar. En el pueblo se pueden ver en campos y calles muchas de esas bombas sin detonar, con el peligro que eso supone para sus vecinos. En este y en otras localidades, la mayoría de familias se han quedado sin casa por los bombardeos.
En Irpen, el setenta por ciento de los edificios han sido destruidos , las tiendas y comercios que aún permanecen en pie están cerrados, «no hay vida en esta ciudad porque la mayoría de las personas han huido del horror». Relatan que todavía se pueden encontrar minas no identificadas que los militares y los policías tratan de desactivar.
También en las aldeas de Ivankiv se han destruido más de la mitad de las casas. En una de ellas, el 25 de febrero entraron las tropas rusas quienes explotaron una bomba causando un agujero de tres metros en el suelo. Masha trabajaba en la cocina de un restaurante, y su marido en Chernobil, pero ahora no tienen empleo. Además los niveles de contaminación han subido.

Esta es una zona «muy deprimida y muchas familias se han quedado sin empleo ni medios ». Aun así sus vecinos tienen fuerza para repartir ayuda humanitaria y seguir trabajando para reconstruir sus vidas, según relata Arnal. En la visita de los voluntarios a su casa, antes de despedirles Masha les mostró el sótano donde diez personas estuvieron escondidos durante un mes, y lloraba al recordar las condiciones infrahumanas en que vivieron y el miedo que pasaron.
La misma situación han vivido al conocer mas sótanos en otras ciudades donde han estado muchas de las familias que Juntos por la vida conoce desde hace años. «Al visitarlos con algunas de esas personas, se han producido momentos de tristeza, rabia y sufrimiento al recordar esos días, y mirar el futuro aún poco esperanzador», explican.
Uno de los mas impactantes fue un búnker acorazado , el más seguro de la región de Kiev , donde unas 500 personas se escondían. «Creían que estarían protegidos, pero dos días después, entraron los rusos, rompieron las dos puertas blindadas, y causaron una de las mayores masacres» relatan.
Los voluntarios de Juntos por la Vida han repartido ayuda humanitaria enviada desde Valencia a un hospital en Striy y en aldeas rurales de Ivankiv, alejadas y de difícil acceso, con carreteras cortadas, y donde no llega ningún tipo de colaboración. Han conocido la situación de precariedad que vive un orfanato con 170 niños y niñas entre 7 y 20 años, evacuados desde Donbass , donde también han llevado ayuda humanitaria y seguirán llevando porque no tienen nada y no les llega nada.
«Los niños y las mujeres son las principales víctimas de esta guerra , pues se quedan en las ciudades sin tener conciencia del peligro que existe frente a las barricadas. Ningún niño del mundo se merece estar jugando en estas condiciones», afirma Clara Arnal.
En su recorrido por la Ucrania devastada, los voluntarios de Juntos por la Vida han visto bosques quemados, carreteras y puentes rotos , tanques abandonados en el campo, y edificios negros y destruidos en ciudades fantasma .
En la ciudad de Irpen, delante de los edificios bombardeados, Clara Arnal recuerda cómo la fundación conoció la ciudad hace veintidós años. «Muchas parejas jóvenes llegaban a iniciar sus vidas a una ciudad que ha acogido a miles de desplazados internos que perdieron sus casas en la zona de oeste, y han visto aquí su segundo hogar. Y ahora ven de nuevo sus casas destrozadas, barrios enteros, vidas destruidas por esta guerra incompresible», concluye.