La víctima más joven del presunto asesino de Marta Calvo: «Creía que había convulsionado y no llamó a una ambulancia»
Dos testigos confirman ante el jurado popular que las llamadas «fiestas blancas» consisten en mantener relaciones con cocaína, pero no en introducirla en los genitales
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La Audiencia de Valencia ha celebrado este miércoles la tercera sesión del juicio con jurado popular contra Jorge Ignacio Palma, acusado de asesinar a tres mujeres - Marta Calvo, Arliene Ramos y Lady Marcela Vargas - y abusar sexualmente de otras ocho introduciéndoles piedras de cocaína de gran pureza en los genitales sin su consentimiento.
Una de las supervivientes , I.S., que en el momento de los hechos -el 20 de diciembre de 2018- tenía 18 años , ha relatado que conoció al procesado después de que contactara con ella a través de la web en la que la joven ofrecía sus servicios sexuales. «Me dice si podemos hacer una fiesta blanca y yo le digo que si quiere hacerla, que por mí bien, pero que no es un método de pago», ha explicado, matizando que ella entendía por «fiesta blanca» el hecho de «consumir cocaína, a secas», pero no de introducirla en «ninguna parte de mi cuerpo». Una práctica sexual que había realizado anteriormente con otros clientes: «Pocos, pero sí».
La víctima ha señalado que Jorge Ignacio la recogió en el centro Valencia sobre la una de la madrugada para dirigirse a su casa de la localidad valenciana de l’Olleria. «Al principio me dio la sensación de que era un conocido de toda la vida», ha asegurado. Durante el trayecto sacó una bolsa «exageradamente grande» de cocaína y le insistió en que consumiera, a lo que ella accedió. Al llegar a la vivienda, el acusado le ofreció beber vino blanco. «Ya venía la botella abierta y él lo echa en el vaso», ha apuntado. «Estaba amargo y no bebí mucho». Él ni bebía ni consumía, según su testimonio ante el jurado.
I. ha puesto el foco en la insistencia de Jorge Ignacio por mantener relaciones sin preservativo. Cada vez que ella se negaba, ha subrayado, le ofrecía la droga. De hecho, en un momento dado, le llegó a meter un dedo con cocaína en la boca. Intentó sin éxito introducírselo en la vagina. «Me encuentro muy mal, estaba mareada. Teníamos música de fondo y empiezo a escucharla acelerada». No recuerda si llegaron a tener sexo.
«Era muy insistente y ya no estaba siendo tan simpático. Estaba serio, con la mirada fría », ha incidido sobre el cambio de actitud de su cliente. La testigo accedió, según su relato, a esnifar una última raya: «Me fui a la mesita de noche y ya no recuerdo nada más. Me desperté y estaba encima de mí dándome bofetadas en la cara».
Como no podía sostenerse de pie, Jorge Ignacio la ayudó a ir hasta el baño: «Me mete en la bañera, me da con el agua, me enjabona insistiendo en las axilas, la vagina...». «Me dice que estaba inconsciente. No recordaba nada», pero «no llamó a una ambulancia». «Al principio me dice que solo 20 minutos y cuando le digo que porque no ha llamado a una ambulancia, me dice que solo han sido cinco». «Luego me dice que me habían cambiado las facciones de la cara , como si hubiera convulsionado».
La víctima ha indicado que, hasta entonces, había estado pendiente del móvil. Sin embargo, coincidiendo con el momento en el que empezó a sentirse indispuesta, estuvo «unas tres o cuatro horas sin tocar el teléfono» . De las siete horas en total que estuvo en l'Olleria, el cliente solo le pagó una. Cuando volvieron a Valencia -entre las diez y las once de la mañana-, siempre según su relato, se dio cuenta de que le faltaban mil euros que llevaba en el bolso y solo tenía los cien que le había dado Jorge Ignacio.
Tras bloquearlo de Whatsapp, en agosto del año siguiente, el acusado se puso en contacto de nuevo con la joven por correo electrónico, pero esta no le contestó. Sin embargo, meses después sus padres, conocedores en parte de lo que le había ocurrido con ese hombre, que ahora tiene 40 años, le advirtieron de lo sucedido con Marta Calvo tras aparecer las primeras informaciones en televisión. «Desde el momento que lo vi sabía que había estado con él», ha apuntado, por lo que llamó a la Guardia Civil .
La víctima, muy nerviosa y protegida por un biombo para evitar el contacto visual con el procesado, ha manifestado que se encuentra en tratamiento psicológico por los hechos que ha detallado: « Tuve pesadillas recurrentes . Necesitaba un apoyo para zanjar el tema y no pensar en él».
Ante el jurado también ha comparecido como testigo otra mujer con la que el acusado quiso concertar una cita. Ambos mantuvieron una conversación por Whatsapp, pero no llegaron a verse. Sin embargo, la Benemérita se puso en contacto con ella tras comprobar el registro del teléfono del procesado, puesto que ese chat se produjo el 10 de noviembre de 2019 por la noche, tres días después de la desaparición de Marta Calvo. La testigo ha confirmado que la fiesta blanca «consiste en droga –que aporta el cliente- y sexo», pero no en introducirla por los genitales, presunto modus operandi del investigado.
El cuerpo de Calvo, la joven de 25 años desaparecida desde el 7 de noviembre de 2019 en la localidad valenciana de Manuel, todavía no ha sido hallado, después de que el procesado se entregara y confesara que la había descuartizado y distribuido sus restos por contenedores tras morir. Fue precisamente el impacto mediático por este caso el que fue destapando un reguero de hechos similares imputados al mismo hombre.
Al termino de la sesión, la abogada de Jorge Ignacio, María Herrera, ha insistido en que su representado no ha cometido «ningún delito» y «se va a ver claramente, con las testificales y las periciales, que no son las cosas como las están montando». «Pido absoluta objetividad» porque «tiene derecho a un juicio justo», ha afirmado. La letrada ha recordado que el acusado reconoció que había desmembrado el cuerpo de Marta Calvo, pero «nunca» que la matara: «No ha matado a nadie». «Los que tienen que demostrar la culpabilidad son las acusaciones», ha añadido, al tiempo que ha incidido en que van a «tratar de que se saque la verdad y que se vea lo que ha sucedido».
La Fiscalía solicita 130 años de cárcel para el acusado, que no declarará hasta el 6 de julio, mientras las acusaciones piden que se le aplique la prisión permanente revisable . Por su parte, la defensa pide la libre absolución. La juez ha decidido dividir la vista oral en once partes, con una exposición cronológica de los hechos por parte de testigos y peritos, para facilitar su comprensión a los miembros del jurado, que deliberarán a partir del día 13 del mismo mes, según el calendario inicial.
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