Vicente Vera - Cambridge Circus

El relator y el bienestar

«Si no invertimos en innovación nos quedaremos rezagados y seguiremos siendo un país dependiente en todos los aspectos de la ciencia y la tecnología»

Maquinaria en una industria española J. M. NIETO

Como decíamos ayer desde esta atalaya del Mediterráneo y próxima a la cuna del insigne periodista, ensayista, novelista y dramaturgo José Martinez Ruiz, Azorín (Monóvar, 1873-1967), trataré de narrar de la manera más amena posible noticia o suceso relacionado con la economía política y los españoles de a pie. Nada de eufemismos, nada de doble lenguaje. Al pan, pan, y al vino, vino, como suelen cerrarse los acuerdos entre caballeros por estas tierras de buen yantar y delicioso fondillón para fomentar y estimular la tertulia.

Es conocido el chascarrillo que circula entre la población en el que se alude a los economistas como especialistas en predecir el pasado, pero no el futuro. Cuando oímos que el PIB va a crecer el 1,6% para este año, que la tasa de paro no subirá más allá del 14%, o que la inflación se mantendrá constante todo el curso económico, cada vez menos gente se cree a pies juntillas estos percentiles arriba o abajo. Aunque lo diga el Banco de España, el FMI, la OCDE o cualquier servicio de estudios o analista de inversiones que se precie. Lo único cierto y verdad es que reina el descontento entre la población de este país. Si entras a cualquier bar o estás en la cola del vendedor del cupón de la ONCE, o estás comprando patatas en el Mercadona, todo lo que oigo son comentarios e improperios hacia la clase política y sus gestores económicos. Que yo observe, sociológicamente hablando, pocos colectivos se encuentran satisfechos con las cosas de la economía en España. Y no hablemos de los pensionistas de punta a punta del país, los autónomos -falsos y verdaderos-, gerentes y trabajadores de las pymes, como el calzado, textil, fabricantes de boinas, etc, etc.

En realidad, la estructura económica de España- como la estudiamos buceando en el prestigioso manual de Ramón Tamames - y que todo economista que se precie tendría que leer con fruición y, a su vez descubrir algunas herramientas de análisis que nos permitirán conocer los cimientos que sostienen los pilares básicos del entramado económico. Al hilo de este discurso arqueológico, siempre he reflexionado acerca de las capacidades financieras para soportar una carga que permitiera sostener el mantenimiento de las diecisiete comunidades autonómicas que conforman nuestro pomposo Estado autonómico. Quería subrayar la esencia de este razonamiento fundamentado en la fragilidad de nuestra base económica; nunca hemos sido durante este último siglo XX una potencia económica al estilo del eje franco–alemán o los Países Bajos.

Nuestra fiscalidad no ha sido la misma durante muchos años, así como nuestros salarios y las empresas; no me olvido de la productividad , que ahora se pone encima de la mesa para cualquier negociación sectorial o de convenio. Si observamos la tendencia de crecimiento de la industria manufacturera durante los últimos cuarenta años, nos sorprenderemos al comprobar cómo se ha visto adelgazado su número y su dimensión. Y se salvan aquellas que gozan de producto diferenciado y aprovechan la salida a los mercados de exportación.

Con la llegada de la transición y el Estado de las Autonomías se configuró un status de país rico, pero con pilares que se podrían quebrar con facilidad ante cualquier eventualidad o cambio de ciclo económico adverso. El crecimiento sigue siendo débil, no se generan suficientes ingresos por la vía fiscal y se hace muy difícil poder seguir financiando un Estado del Bienestar, empezando por las pensiones y pasando por las transferencias a las comunidades respectivas para atender las necesidades de Sanidad, Educación, sociales, etc. Sugeriría ahora, o cuando estén más tranquilos y sentados, que saquemos nuestro bloc de notas y la calculadora para poder conocer de verdad el coste económico anual de nuestro Estado autonómico . Los presupuestos son los que son y siempre le faltarán recursos a cualquier Gobierno que no pueda o no quiera administrar mejor e incluso racionalizar más los recursos limitados que tiene nuestra economía.

Valgan las reflexiones que han sido publicadas en un medio de comunicación de tirada nacional realizadas por el poeta Antonio Gamoneda : “Aún a veces me pregunto si la posguerra ha terminado, no estoy seguro. ¿Por qué? Quizá la contestación pueda necesitar varios volúmenes. Vamos a simplificar y vamos a decir que, en algún momento de aquel vacío vigilado, nosotros esperábamos algo. (...) Es posible que aquello que esperábamos no haya sucedido todavía. Cierto que han sucedido cosas, pero quizá sustancial y existencialmente la espera no esté agotada. Esperábamos un bienestar, una forma de solidaridad bien vivida que parece que no ha llegado. No sé si llegará”. Con estas palabras, que no tienen desperdicio, se define de manera muy esclarecedora lo que, para mí, es una papeleta compleja la que tiene el actual Gobierno de coalición y progresista. No pretendo ser agorero ni alarmista, pero presiento que los tiempos está cambiando de nuevo. Será muy difícil reducir el nivel de déficit estructural que, con toda seguridad, nos obligarán desde Bruselas.

Maquinaria en una industria española J. M. NIETO

La desigualdad se acelera, no remite a medida que pasan los años desde que acabó la crisis. Este cuadro económico y sociológico me traslada hacia el mensaje que nos ha dado el director coreano Bong Joon-ho en su muy recomendable y oscarizada película Parásitos . En la cinta subyacen las diferencias sociales manifiestas en un país como Corea del Sur. A pesar de su desarrollo económico industrial, no ha conseguido avanzar en la difusión de un progreso social que estrechara y evitara poner de manifiesto la evidente distancia entre las clases sociales.

Voy concluyendo con un par de opiniones muy certeras y que dan en la diana del diagnóstico que se ha tratado de comunicar en esta columna. La primera de ellas es el resumen de la visita que nos ha hecho el relator de la ONU sobre extrema pobreza y derechos humanos, Philip Alston ; busquen sus conclusiones en Internet, no se arrepentirán. Lo que sí digo es que le ha lanzado un órdago a nuestra clase política en su totalidad, argumentando que el informe no es vinculante, pero enfrenta a España a una realidad en la que resulta duro mirarse. Es profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York y describe un sistema educativo “segregado, cada vez más anacrónico”, una burocracia para solicitar ayuda más propia del siglo XIX que del XXI. Como digo, un relato de más de 20 páginas que nos pueden sofocar del principio al final. El poeta Gamoneda y el técnico Alston, dos voces unidas por la decepción y el egoísmo de los políticos.

Una segunda valoración acerca de las necesidades urgentes que precisa la economía española es lo que nos dice el también profesor José María Gay de Liébana . Subraya la urgencia en retomar la senda de la inversión en I+D+i . Si no invertimos en innovación nos quedaremos rezagados y seguiremos siendo un país dependiente en todos los aspectos de la ciencia y la tecnología. Obviamente no podemos terminar sin ratificar que se nos dibuja a los ciudadanos un horizonte a medio y largo plazo muy poco alentador. Intuyo que este Gobierno progresista dispone de voluntad de acometer grandes reformas estructurales para los próximos cuatro años, aunque también adelanto que necesitarán una próxima legislatura para culminar algunos de los objetivos de política económica que se han puesto sobre el tapete desde esta atalaya, tierra de grandes tribunos como Emilio Castelar y el maestro Azorín.

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