Vicente Ordaz - Señal de radio
Sobre el botellón y sus milongas
«El usuario de botellón vive en un ecosistema en el que sabe que aunque infrinja la ley no se topará con un problema serio»
Parece que para algunos sea un fenómeno de reciente creación. Cierto es que los despropósitos vistos en las principales ciudades de la Comunidad Valenciana tampoco guardan precedentes directos. 8.000 jóvenes y no tan jóvenes bebiendo en la calle a la vez tampoco se había visto muy a menudo.
Algunos quieren ver en la pandemia, la falta de oportunidades, los sueldos míseros o vaya usted a saber qué, las causas del desastre que viven algunos barrios por ejemplo de Valencia entre el jueves y el sábado. Creo que por encima de las anteriores trasluce la más importante, la falta de respeto a la autoridad. El usuario de botellón vive en un ecosistema en el que sabe que aunque infrinja la ley no se topará con un problema serio. Algunos de nuestros políticos más ilustres ya se han encargado de allanar ese camino. El día que manifestantes en Valencia lanzaron botellas a la Policía, para algunos altos cargos la responsabilidad caía de lado de las fuerzas del orden por lo que definieron “actuación desproporcionada”. Si tienes 18 años y escuchas eso ya sabes que tendrás pocos problemas si con tus colegas te sientas a beber en la calle.
Luego está una corriente de opinión pública, cada vez más generalizada, cada vez más peligrosa. La que sitúa a los infractores como víctimas, “algo tienen que hacer los jóvenes”, “claro con el precio de las copas no pueden pagarlas”, “pobres, con el año que han pasado”… Sólo recordar que desde hace más de una década está prohibido beber en la calle, que hasta que la ciencia demuestre lo contrario por no beber todavía no murió nadie, al revés si, y mucho dice de alguien, más de una parte significativa de la sociedad la manera en la que uno se divierte. Si la gran juerga es irte a beber a un parque, vamos mal, todos…
Para el final dejo a los que al parecer no cuentan, los que tienen más derechos que los usuarios del botellón y lo sufren a diario. Usted compre un piso, pague sus impuestos, cumpla con la ley y siéntese a esperar que la administración haga algo. No importará todo eso, ni que pueda en su casa tener niños pequeños , ni una persona mayor a su cuidado, ni un enfermo. Recuerde que al igual que se escuchan las más variopintas excusas para justificar que nuestra juventud tome las calles para emborracharse no tardará en oírse de alguien con rango que al final de todo esto la culpa es suya por elegir para vivir alguna de esas zonas. El mundo al revés.