Los Picapiedra

Todo es un sinsentido, una burda charlotada. Lim, Murthy, el príncipe heredero que apunta sucesor en Mestalla, son los protagonistas de una película de terror de serie B al borde del peor desenlace posible. El último capítulo de este triste sainete lo escribió el presidente del Valencia , Anil Murthy , amante del Vega Sicilia, sueldo millonario y cariño al Valencia todavía por descubrir.

El martes se presentó en el despacho del presidente Puig con una mano delante y otra detrás, sin un papel ni documento, tan sólo provisto de la arrogancia del que se cree por encima de todo para pretender que, por arte de magia, la Generalitat concediese la prórroga de la ATE que afecta al actual y al futuro Mestalla , operación clave en el futuro de la entidad: sin ella el Valencia puede estar abocado a la desaparición.

Tras la surrealista reunión, Puig hizo lo que debía y lo que no esperaba Murthy, contar las verdades del barquero y colocar a Meriton en su sitio. Estuvo educado y comedido, más de lo que, como ha demostrado Murthy, merece el de Singapur.

Murthy mostró sus miserias a través de un comunicado en el que cargaba contra la gestión de la Generalitat en la pandemia y de paso aprovechaba el escrito para ponerse la medalla por haber colaborado el Valencia con mascarillas y termómetros al comienzo de la pandemia. Propongo devolvérselos.

Para intentar maquillar tal ridículo, el día de la reunión, Meriton ya había sacado a pasear al Principe de Johor, al parecer el nuevo mecenas. De él se sabe que tiene un jet dorado y una réplica de la casa de los Picapiedra. Como tarjeta de presentación, no transmite mucha confianza. Menos aún, que sus primeras palabras para referirse al Valencia fuesen para afirmar que cuando tome el control del club, tendrá la deferencia de mantener el escudo. Por favor, que alguien le explique al príncipe que ya ha empezado con mal pie, que le cuenten lo que es el murciélago del escudo, y de paso que es la señera de Ressy. Esto es una pesadilla.