Una noche en la ópera

Me da igual si estaba invitado o no. Si no lo estaba peor, de hecho debería hacérselo ver. El pasado martes y desde mediodía se sabía, que esa tarde se decidía la suspensión de las Fallas . Lo sabíamos todos, los medios, los ciudadanos, los servicios de inteligencia, el Colegio de Ingenieros, todos. El caso es que esa tarde, y con ese panorama, Ribó se fue a la ópera, lo tenía marcado en agenda y por supuesto no desconvoco . Total sólo se iba discutir sobre una de las decisiones más importantes de la historia de la ciudad. Seguro que el alcalde de Sevilla hubiese hecho lo mismo ante una reunión que plantease la cancelación de la Feria de Abril. Seguro que también el alcalde de Pamplona no dejaría de asistir a El Sadar a ver su partido de Osasuna a la hora que había que dar el paso para suspender San Fermín. Seguro que sí!

Lo ocurrido el martes con el alcalde de Valencia deja dos cosas claras. La primera es que a Ribó le debe gustar mucho la ópera, la segunda es que le da todo igual . Las fallas, los falleros, Valencia, todo. Sólo así se puede entender que el martes por la tarde no estuviese en su despacho de alcaldía con su equipo de colaboradores más próximo a la espera de acontecimientos, o dando la cara al lado del Jefe del Consell en el anuncio de suspensión de las Fallas.

Le podrán dar muchas vueltas, pintarlo de verde o amarillo, pero el desenlace de esta historia se concreta en tres ideas. Primero. Ribó no estuvo en la reunión más importante y trascendente desde que es alcalde , estaba en la ópera. Segundo. Ribó además de no estar se ofendió públicamente por que dijo «no haber sido invitado». Tercero. En la reunión más importante que se recuerda y en la que debía estar Ribó, el que se sentó fue el Concejal responsable de Fallas que llevaba en el cargo dos semanas. Sé que es una frase que se repite mucho en Valencia en estos últimos días, pero... Esto es lo que hay .