Vicente Ordaz - El Faro
Alcàsser, un negocio indigno
«Indigno fue todo, salvo que tres niñas salieron de su casa para ir a una discoteca y no regresaron jamás»
En estos días como supongo muchos de ustedes he tenido la oportunidad de visionar el documental de Netflix sobre el triple crimen de Alcàsser . He revivido lo que fue un caso tan mediático como brutal, tan despreciable en su tratamiento según qué medios y periodistas como doloroso para las familias. Un caso que con todas sus ramificaciones está desgraciadamente en la historia negra de España.
Indigno fue el tratamiento de algunas televisiones. El concepto telebasura ha crecido de manera exponencial en España en presencia y en los últimos 25 años. Hemos visto retransmitir en directo las vidas y miserias de famosos venidos a menos a cambio de pingües beneficios pero en aquellos meses del 93 vimos desde el momento del encuentro de Fernando García , padre de Miriam , con su familia tras conocer que los cuerpos habían sido encontrados hasta el programa más vergonzoso jamás retransmitido en una televisión de este país, precisamente aquella misma noche.
Indigno fue que los familiares del asesino, sin el calificativo de presunto , se paseasen por los platós cobrando para dar entrevistas en el mismo día en el que habían prestado declaración ante el juez. Si hemos aprendido algo, no debería volver a repetirse nunca, pero esto es España, así que ya veremos, porque con el caso Alcàsser dejamos corto el juicio de OJ Simpson .
Indigno es que 26 años después, un ser despreciable como Juan Ignacio Blanco siga estirando la mentira y buscando provecho personal afirmando que cuenta con una cinta de vídeo que incrimina en el asesinato a “relevantes personas de este país”. Sigue viviendo de esto.
Indigno es que durante la celebración de la vista oral se realizasen juicios paralelos en programas de televisión, que periodistas y “expertos” cuestionasen a cambio de incrementar audiencia la declaración ante el juez de peritos y testigos. Asco.
Indigno fue todo, salvo que tres niñas salieron de su casa para ir a una discoteca y no regresaron jamás, una desgracia imposible de digerir para amigos y familiares. Algo de lo que muchos sacaron provecho, y de lo que hoy se siguen aprovechando.