Ferran Garrido - Una pica en Flandes

Venezuela, tarde y mal

«El Gobierno español se lo está pensando, ha entrado en un complicado bucle en el que se dice que se le reconocerá si el dictador no convoca elecciones en breve»

Nicolás Maduro, en una rueda de prensa este viernes EFE

Desde la distancia es a veces fácil, y a veces muy difícil, saber cuál es la realidad de los hechos entorno a un suceso. No es fácil, desde lejos obtener las respuestas a las básicas y clásicas preguntas que nos hacemos los periodistas cuando nos enfrentamos a una noticia.

A pesar de la globalización de la información , no tengo ni puñetera idea de lo que está pasando en Venezuela . Pero si sé dos cosas. Estoy informado de lo que ha pasado hasta ahora y tengo datos suficientes para poder saber el contenido del guión de lo que va a pasar a partir de estos momentos. Aunque corro el peligro de caer en la especulación, Y nada más lejos.

Lo que sí sé es lo que quisiera que pasara. A veces confundimos el deseo de un futurible con la realidad. Pero hay deseos que se ajustan mucho al lógico devenir de los hechos.

Tengo un amigo venezolano. Bueno, tengo más. Pero uno es muy especial. Se vino a vivir a España hace algún tiempo y se instaló en la casa contigua a la mía. Hombre culto, educado hasta el extremo, reflexivo, muy objetivo en sus razonamientos y tremendamente crítico con la senda hacia el fondo del precipicio por la que avanza su país. Se mudó al nuestro porque, probablemente no tuvo más remedio. Nadie cruza un océano con su familia si tiene una forma digna de ganarse los garbanzos en su casa. Si encima no te dejan abrir la boca, pues apaga y vámonos. Y eso se vio obligado a hacer. Apagar y marcharse. Largos ratos de tertulia, de discutir ideas y de compartir pensamientos me han enseñado mucho sobre la realidad de la situación a la que el régimen “bolivariano” ha llevado al que era uno de los países más prósperos de América.

En fin, no les voy a contar ahora la película porque se la saben. Tampoco me voy a poner a discutir, porque cada uno ya tiene hecha su opinión y, el que más y el que menos, tiende a acercar sus juicios a su ideología política. Pero es que las cifras, los datos y las frías cuentas de la economía, cantan por sí solas. De todos modos, para mí, por encima de los números están las personas y la situación humanitaria en Venezuela, y las reiteradas violaciones de los derechos humanos por parte del desgobierno de Maduro, no me dejan espacio a ninguna duda a la hora de forjar mi opinión sobre lo que creo que allí sucede. Además aquí tenemos una amplia colonia Venezolana. Yo me voy a permitir darles el título de exiliados venezolanos con todo el respeto que, para los españoles, debe ofrecer esa palabra. Pregúntenles a ellos y verán.

Nicolás Maduro, en una rueda de prensa este viernes EFE

Ahora la situación allí ha cambiado. Acusaciones conspiranoicas a parte, que las esgrimen todos los regímenes totalitarios, en este momento la representación de la voluntad popular ha erigido al Presidente de la Asamblea Nacional en Presidente Interino del país. Maduro no se baja del sillón, así que hay dos presidentes. Y los hay porque la Comunidad Internacional está reconociendo la legalidad del gobierno provisional de Guaidó . Bueno no toda, porque el gobierno español se lo está pensando. Ha entrado en un complicado bucle en el que se dice que se le reconocerá si el dictador no convoca elecciones en breve. Y eso que sabemos cómo son las elecciones que se desarrollan en una dictadura. En fin, tengo una agria sensación de ridículo y de vergüenza ajena. No debemos olvidar que, por muy prudentes, o por muchos apoyos políticos que necesitemos de los amigos de Maduro, todos los dictadores son iguales.

Por cierto, al principio de esta columna me referí a lo de Venezuela como un suceso. Tristemente he llegado a la conclusión que es eso. Un triste sucedo en la historia de los ataques a la democracia. Si Simón Bolívar levantara la cabeza les corría a golpes de igualdad, de libertad y de fraternidad.

Me da la sensación que, a esto de Venezuela, España está llegando tarde y mal.

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