Un Valencia sin identidad

Si algo hay claro en el equipo de Nuno Espírito Santo es que no es el mismo que hace un año. No se trata de analizar a los jugadores, que a excepción de Otamendi, se han mantenido, sino de su identidad, de aquello que hizo que disputara por los primeros puesto de la clasificación. Ha perdido su identidad, no defiende, no tiene carácter y no hay pólvora en sus delanteros. Está perdido, sin un juego definido.

La imagen que dio ayer en Gante no es casualidad. Es el reflejo de un principio de temporada en el que ni los propios jugadores saben a qué están jugando. El único que parece tenerlo claro es Jaume Doménech –guardameta del conjunto de Mestalla- que se muestra motivado y dispuesto a ayudar a su equipo. El resto, corren desorganizados por el campo y no crean ocasiones de gol. El hecho de que hasta el minuto 80 no se produjera el primer tiro a puerta da cuenta de la difícil situación en la que se encuentra el equipo. A día de hoy podría tener un pie dentro de la siguiente fase de Champions pero ahora tendrá que jugársela en los dos partidos restantes (ante el Olympique de Lyon y ante el Zenit).

El equipo necesita un cambio. Una vuelta de tuerca. Algo que lo haga despertar y retomar aquello que le caracterizó la temporada pasada. Lo que le hizo competir frente a los grandes, golear en casa y luchar por la victoria fuera. La mayoría de la afición lo tiene claro: se necesita un cambio de entrenador. Ha perdido su confianza en él y los cánticos de “Nuno vete ya” resuenan desde Bélgica. Además, el hecho de que no contara con Negredo y lo dejara –por quinto partido consecutivo en la grada- no hace más que echar más leña al fuego. El tira y afloja que mantienen jugador y entrenador, aumentan la tensión y desestabilizan más si cabe a un Valencia sin rumbo.