Valencia
Julian Opie, «gran renovador» del concepto contemporáneo de belleza, llega a la Fundación Bancaja
La institución acoge hasta el 25 de junio una retrospectiva del artista británico con 30 piezas realizadas entre 2000 y 2015
Catalogado por unos como un pintor frío que dirige una mirada inhóspita hacia la humanidad, y por otros como liviano continuador del arte pop, Julian Opie (Londres, 1958) parece ser en todo caso el artista posmoderno por antonomasia. El carácter radicalmente esquemático de sus obras dice mucho de la identidad contemporánea y de nuestros grandes esfuerzos por reducir nuestra bella complejidad humana (con sus defectos y sus contradicciones) al estatus de marca. A fotos pensadas, recompuestas y retocadas hasta reducir la figura humana al logotipo de la empresa idealizada de aquello que nos gustaría ser y no somos. Esta es solo una de las lecturas que brinda Fernando Castro, comisario de la retrospectiva que desde mañana y hasta el 25 de marzo podrá visitarse en el centro cultural Bancaja de Valencia.
La exposición cuenta con una treintena de piezas de gran formato procedentes de la colección de la Fundación Bancaja, así como de una amplia nómina de colecciones institucionales como la de Banco Santander, Carmen Thyssen, Hortensia Herrero y las galerías Mario Sequeira (Portugal) y Lisson Gallery (Inglaterra). Muchas de ellas se ven ahora por primera vez en Valencia , ya que no formaban parte de la exposición sobre el pintor que José Manuel Bonet realizó en el IVAM en el año 2000.
Para el crítico de arte y profesor de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad Autónoma de Madrid , Opie refleja los rituales de seducción contemporánea con la máxima economía formal. Tanto en sus reconocibles retratos –habituales en ferias de arte contemporáneo, en piezas públicas y en numerosas colecciones privadas de todo el mundo- como en sus melancólicos paisajes, la línea y el color acaparan el protagonismo absoluto. Por otra parte, la utilización de diversas técnicas, todas ellas con ayuda del ordenador y la tecnología en lugar del pincel y el pulso, abunda en esta necesidad de tomar distancia para reflexionar sobre cómo vemos las cosas y cómo las representamos.
La ruptura con la mística de la mirada
Las hieráticas figuras de Opie –muy influidas por las estampas japonesas y la obra de Hiroshige y Utamaro- no tienen arrugas ni ojos expresivos; el artista “cuestiona el concepto clásico del retrato en virtud del cual la verdad está en la mirada ”. Sin embargo, cada una de ellas tiene un nombre, un apellido y un origen cultural. El “truco” está precisamente en atrapar la singularidad esencial de cada una de las personas retratadas de un modo que combina de forma extraña lo cotidiano y real con lo idealizado e irreal. Es por esto que, a pesar de reducir el mundo a sus formas más básicas, hay series como la de las mujeres semidesnudas –con sus cabezas convertidas en perfectas circunferencias flotantes , carentes de ojos ni boca- o la de sus solitarios paisajes de carreteras escandinavas, que resultan sorprendentemente melancólicas. Otras, por el contrario, trasminan optimismo.
Sin necesidad de renunciar al minimalismo, la obra de Opie es capaz de transitar entre tonalidades emocionales opuestas. “Es un artista estrictamente bipolar y maniaco depresivo , lo que lo convierte en una figura muy representativa del psiquismo de hoy en día”, explica el comisario. El británico es, reproduciendo sus propias palabras, “uno de los reformuladores del concepto contemporáneo de belleza”.