Cristina Seguí - EL CSEGUÍ

Compromís: la tumba de Ciudadanos

«El señor Rivera sabe muy bien qué es y quiénes son Compromís»

Albert Rivera saluda a Pedro Sánchez en el Congreso AFP

CRISTINA SEGUÍ

No habían pasado ni veinticuatro horas tras el último acto del histrión Sánchez ante sus señorías cuando, el sábado por la mañana, la nueva política -aquella que reivindica a un Gasset manoseado hasta el extremo - anunció en titulares que, junto a Ciudadanos, su partenaire en la empresa de la negociación hasta mayo, invitaba a cualquier partido que lo deseara a sumarse a su concilio político firmado en sede parlamentaria. Cualquier partido incluido Compromís , partido nacionalista de la Comunidad Valenciana.

De Sánchez no era de esperar más juicio que el de la escasa bahorrina crediticia que éste pudiera haber rascado en el fondo de su escasa credibilidad, porque de ello depende su supervivencia política y algo si cabe todavía más importante: la continuidad de una hegemonía partitocrática que jamás se le había disputado al PSOE en el corral de la izquierda. Un PSOE con tanto mohín sobre su legitimidad que ha tenido que rebautizar a su gallo como el artífice de las «fuerzas del cambio» antes de ser escamoteado por Iglesias, Garzón e incluso un Rivera, motejado como derechón por el propio Sánchez.

La decepción que acusamos quienes somos conscientes de que, al igual que a Albert, el nacionalismo también nos toca a la puerta de casa , nos llega desde el virtuosismo antinacionalista de Ciudadanos, que ahora agita el consenso como un banderín blanco en zona de conflicto, invitando a cualquier fuerza que lo desee a negociar no ya un programa veleta, sino el fin político de Mariano Rajoy como mayor mérito para liderar la solicitadísima izquierda. Estas fuerzas son, entre otras, Compromís, que tiene ahora una primorosa oportunidad de esconder la estelada de forma muy conveniente tras el baluarte de la populista agenda social, como será sagazmente presentada por el PSOE y Ciudadanos con el fin de legitimar a los nacionalistas en la baraja de negociaciadores .

Y lo será porque el señor Rivera sabe muy bien qué es y quiénes son Compromís. Soy consciente de que en política a veces resulta tentador soltar el lastre del idealismo. Resulta incómodo para las gónadas de nuestros socios. Pero no caigan en la vieja trampa del consenso para cabreo póstumo del expresidente Suárez . El consenso genera equidistancia con lo intolerable, es tan viejo como las excusas, y ha justificado el maridaje con los nacionalistas y su conversión a uno de los mayores lobbies de negocio, presión y chantaje a la sociedad española desde los primeros albores de la transición. Albert, Don Adolfo también aprendió bastante sobre ello.

Si Ciudadanos sucumbe a ese error las consecuencias resultan evidentes: su existencia deja de tener sentido alguno , porque ya hay demasiados gallos en el corral de la socialdemocracia. Así que, aún a riesgo de amotinarme y molestar a los aludidos por la condescendencia, me dirigiré a quienes no se enteran o disimulan sobre lo que está ocurriendo en Valencia.

Les hablaré de la misma intimidación contra la que luchó Albert Rivera en Cataluña. De una clase política hiperventilada por el clientelismo pancatalanista con un leviatán propagandístico de TV3 en ciernes. Y les hablaré de Eliseu Climent , conseguidor de Jordi Pujol , socio del presidente de la Generalitat valenciana y tutor de su vicepresidenta, Monica Oltra , y llave de paso de los setecientos mil euros anuales que la Generalitat de Cataluña inyecta para la hipoteca en la matriz gemelar de Omnium Cultural, Acció Cultural del País Valenciano, sede consular de los Països Catalans que se levanta irredenta en una de las principales arterias urbanas de Valencia.

Eliseu Climent ha sido y es el principal garante y conseguidor del clan Pujol y de Artur Mas en la Comunidad Valenciana, además de haber sido motor de presión y coacción a la hora de decidir qué y quienes debían formar el tripartito valenciano en las elecciones municipales y autonómicas de 2015, tras las cuales, y al eliminar Ximo Puig la opción con Ciudadanos, el PSOE valenciano decidió arrogarse el liderazgo junto a Compromís y Podemos . No sólo por afinidad ideológica, sino también por las mordidas clientelares que el actual presidente y su hermano reciben desde la Generalitat de Cataluña y a través de Acció Cultural del País Valencià.

Compromís es el vástago ideológico y doctrinal que Climent y Acció Cultural alimentan a través de la Generalitat de Cataluña a razón de un millón de euros anuales . Este nacionalista enjuto de estatura pujolista, gafapasta y mostacho benemérito es habitual en el despacho de Puig y Oltra : su última reunión aparece en la hemeroteca del catorce de diciembre de 2015, y marca el tránsito de una sociedad valenciana libre hacIa la servidumbre a la oligarquía clientelar pancatalanista que ya ha apuntillado a la educación pública valenciana con la misma inmersión combatida por Ciudadanos en Cataluña. No se entiende, por tanto, que el gran pacto nacional de Rivera incluya la discrecionalidad lingüística para las Comunidades Autónomas que ya están en manos de nacionalistas. Y todavía menos que Ciudadanos reciba a Compromís para hacer algo que jamás haría en Cataluña: ofrecer su lugar a Esquerra Republicana en un pacto de gobierno sine die. Al igual que Esquerra Republicana en Cataluña, Compromís, el PSPV y su principal fuente de financiación Acció Cultural del País valenciano , siembran el odio y la división entre valencianos utilizando todos los resortes públicos. Resortes como la educación pública valenciana, cuyo Consejero de educación, aprobado con la certificación nacionalista de Compromís, decide sobre el futuro de los niños valencianos al son de “ sin Valencia no hay independencia ”.

Eso es Compromís. La tumba de Ciudadanos en Valencia esperando frente a Albert en el Congreso . Los tiene a las doce en punto cuando repite de forma incontestable al Partido Popular aquello de “Ustedes votaron con Pujol” y mientras establece una entente cordiale con la misma trampa perniciosa.

Mientras exclama que quiere ser libre. Yo también.

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