Coronavirus
Toque de queda en Valencia: la primera noche fantasma desde el golpe de Estado del 23-F
La Policía blinda la ciudad con controles en bares, zonas de ocio y puntos de mayor tráfico para asegurar el cumplimiento del confinamiento nocturno
Última hora del coronavirus y el toque de queda en la Comunidad Valenciana
Valencia vivió la pasada noche su primer toque de queda desde el 23 de febrero de 1981. De un golpe de estado a una pandemia del coronavirus, la calles de la ciudad en vez de por tanques del Ejército por patrullas de la Policía Nacional y de la Policía Local.
Los luminosos de los coches policiales no dejaban lugar a la duda. Los controles de la pasada noche correspondía a un nuevo toque de queda casi cuarenta años después. Los paneles de tráfico también advertían de las restricciones de movilidad.
Ayer, de forma excepional, la Generalitat permitió los desplazamientos hasta la una de la madrugada , que era la hora a la que hasta ahora debían cerrar los bares y restaurantes.
A partir de hoy el toque de queda se establecerá entre la medianoche y las seis de la madrugada . Los bares y restaurantes deberán cerrar a las doce y no podrán servir en barra. Además, durante todo el día las reuniones sociales y de familiares que no convivan se limitan a un máxmo de seis personas. Para frenar prácticas como el botellón, se aplicará una «ley seca» entre las diez de la noche y las ocho de la mañana, cuando se prohíbe la venta de alcohol y los parques públicos cerrarán hasta la seis.
Todas estas medidas, que se prolongarán hasta el 9 de diciembre con el objetivo de frenar la propagación del coronavirus (que en la Comunidad Valenciana supera una incidencia de 150 contagiados por cada 100.000 habitantes) comenzaron a aplicarse la pasada noche.
La Policía Local se desplegó por las zonas de ocio de la ciudad e impuso multas a jóvenes por practicar botellón y a locales por no cumplir los horarios. No fueron más que cualquier otro sábado. Los agentes, de hecho, se afanaron en una tarea didáctica para explicar los jóvenes las nuevas restricciones para frenar la pandemia del Covid-19 y en comprobar que se cerraban los bares y se disolvían los botellones.
De hecho, a partir de la una Valencia se convirtió en una ciudad fantasma , como la noche de aquel 23-F. Solo el atropello de una persona indocumentada en la avenida Cardenal Benlloch rompió la tensa calma. Fue trasladada al hospital Clínico con pronóstico reservado.
Mientras, las patrullas tomaron zonas claves del tráfico como los puentes que cruzan el antiguo cauce del Turia. Solo las personas que vayan o vuelvan de trabajar o quienes atiendan a dependientes o se desplacen por una urgencia médica pueden desplazarse por la ciudad hasta la seis de la mañana.