Benidoleig (Alicante)

El Supremo sentencia: hay que repartir la lotería compartida antes del sorteo

Una jubilada de 79 años se quedará más de un millón de euros de un premio especial porque sus amigos no eligieron cada décimo de antemano

Una administración de Lotería en Alicante JUAN CARLOS SOLER

J. L. F.

Cuidado al compartir la lotería , una costumbre tan arraigada entre los españoles. Una sentencia reciente del Tribunal Supremo deja claro que hay que repartirse los décimos antes de que se haga el sorteo , o dejar bien claro qué parte proporcional del premio juega cada cual y no solo a qué número, incluso la fracción.

Precisamente ese detalle, que representaba una diferencia entre 30.000 y 1.170.000 euros de premio -nada menos-, suscitó una batalla judicial entre cuatro amigos que llevaban años jugando al mismo número en el pequeño pueblo alicantino de Benidoleig .

Una mujer de 79 años llevaba tres lustros encargándose de comprar los décimos para ella y cinco conocidos y en octubre de 2014 las suerte les sonrió cuando tenían una serie completa (diez décimos) del número 44.386.

Como solo una de las fracciones estaba agraciada con ese 1,1 millones de euros, la repartidora de la fortuna se quedó ese boleto y dejó los tres con 30.000 euros para quienes aún no habían recibido su participación. Y no les dijo la diferencia, claro. Incluso trató de distraer la atención asegurando que la porción grande del pastel la tenía su hijo, aunque luego reconoció que no era así.

La Audiencia Provincial de Alicante la condenó a indemnizar con cantidades que sumaban 365.625 euros a los tres perjudicados, además de pagar una multa de 2.160 euros. Y una pena de un año y medio de prisión.

Pero ahora el Supremo ha revocado esa sentencia y considera que la compradora de los décimos podía quedarse íntegramente el premio porque no habían acordado previamente quién jugaba con qué fracción ni el reparto de los premios, en caso de ganar.

Y tal como reza el dicho popular de que «el dinero no tiene amigos», ahora a Joaquina O. M. no le hablan en la panadería -una de las litigantes en esta historia- y en alguna casa más de su pueblo, donde la suerte de la lotería ha tenido el efecto paradójico de separar y distanciar a los agraciados.

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