Juan Zumalde - VERLAS VENIR
La soledad
«Nadie notó la falta de María Amparo. Ni un amigo, ni un familiar…»
El cadáver de Maria Amparo tendido en el suelo de su cocina durante cuatro años se me antoja como la imagen más pura y dura de la soledad . Cuatro años en los que nadie echo de menos a esta mujer . Ni su casero, que siguió cobrando su mínimo alquiler de 30 euros mensuales, ni su banco, que debía ver como su saldo crecía de forma absurda mes a mes con la pensión ingresada y los ínfimos gastos domiciliados como únicos movimientos de su cuenta.
Nadie notó la falta de María Amparo. Ni un amigo, ni un familiar… si no hubiera muerto, tal vez hubiera pasado estos últimos cuatro años sin recibir una visita , sin quedar con un amigo, sin escribir a un familiar….
Sus vecinos tampoco se extrañaron de que su ropa siguiese colgada en el tendedero cuatro años. Por lo visto, les pareció normal . Ahora dice alguno que pensó que se había ido a Argentina, donde, por lo visto, tenía algo de familia. Pero lo cierto es que María Amparo no estaba en Sudamérica. Estaba tendida en el suelo de su cocina. Muerta. Y sola. Absolutamente.
Cuando se acuñó el término de la aldea global, se hablaba de un mundo en el que gracias a los medios de comunicación sabíamos lo que pasaba en el otro extremo del mundo pero desconocíamos como se llamaba nuestro vecino.
Y esto era antes de internet. Ahora, con las nuevas redes de comunicación nos llueve la información más estúpida del mundo. Y de nuestro vecino no sabemos siquiera si está vivo. O muerto, tendido en el suelo de su cocina durante cuatro años. Eso debe ser la soledad.