Cristina Seguí - EL CSEGUÍ

El socialista no es de donde nace, sino de donde pace

«El PSPV se convirtió hace siete meses en el «chico de los recados» de Compromís»

Imagen de los diputados del PP con las senyeras en las Cortes Valencianas ROBER SOLSONA

CRISTINA SEGUÍ

Hace ahora dos semanas que el sionismo de Junts pel Sí confesaba cómo había estado comerciando con la democracia durante largas negociaciones para lograr «in extremis» el pacto de investidura del nuevo Poc Honorable President de la Generalitat de Cataluña. Otra partida de póker en la que la soberanía nacional era el comodín de un compás binario entre trileros. Comodín entre el rey de bastos y el as de picas . Otra partida en la que, de nuevo, nos volvían a afanar aquello que, por inmaterial, nunca echamos de menos cuando nos metemos la mano en el bolsillo. Aquello que no sabemos que nos han robado hasta que otro nos lo cuenta en el timeline de Twitter o en el magazine matinal en alta definición: el valor de la democracia secuestrado en la carpeta traidora de Artur Mas y la troupe púber-cuarentona de la CUP .

«Hemos corregido lo que no nos dieron las urnas» -Mas dixit- es mucho más que la nueva perífrasis dignificadora del independentismo. Es también el recurso táctico utilizado por el PSOE en una operación cuasi quirúrgica para compensar a los nacionalistas por su exclusión en la mesa del Congreso con el regalo low-cost de cuatro escaños para el Senado, para el cual el electorado de Sánchez jamás marcó la casilla de ningún candidato de Esquerra Republicana ni de la nueva Convergencia chapuceramente repintada de «libertad» sobre el estuco cleptocrático del 3%. La excusa para justificarlo volverá a ser la del consenso «made in China» . Consenso que ventilará de forma asistida a la «democracia» que nos acompañará en la nueva escena política y que levantará el dedo acusador contra todo aquel que disienta tachándole de amotinado. Esa nueva escena y, a su vez, vieja amiga de todos los que nacimos durante este pluralismo ilustrado: la gobernabilidad de España con los que quieren romperla.

Y difícilmente encontrarán ustedes mejor ejemplo de la situación política nacional que en la Comunidad Valenciana. Plaza en la que el PSPV se convirtió hace siete meses en el «chico de los recados» de Compromís, la ERC de Mónica Oltra , y en el de los ayatolás patrios de Antonio Montiel y el podemismo cañí. El «bon chiquet» lactante que, como el bebé de Bescansa, seguirá necesitando los cuidados de la teta populista hasta que, después de media vida en política, quizás un día aprenda por fin a andar.

Además, los valencianos tampoco envidiamos nada a los congresistas de Madrid . Ni siquiera esas nuevas señorías ex componentes de la patrulla de aquel «Asedio al Congreso» que poéticamente repartía mapas de los puntos idóneos de incursión en el hemiciclo allá por 2013. Por allá debió andar el señor Josep Nadal, diputado de Compromís y trovador del grupo antisionista «La gossa sorda», otro adolescente de cuarenta años que sigue llevando la misma camiseta de la ruta del bacalao de los 90 y que sube al atril parlamentario para canturrear eso de:

«Nuestra señera no es blavera, pasados unos años nuestra señera sigue sintiendo igual en todos los països catalans, hasta que unos cabrones españoles la camiaron en el país valenciano».

Esa es precisamente la banda sonora de los Països Catalans que, según confesó el diputado socialista Manuel Mata ante los ojos atónitos de una servidora, chapurrea bajo la ducha en detrimento póstumo de David Bowie. Y es que el PSPV solucionar soluciona poco, pero al menos nos entretiene con sus filias musicales. Las de la corchea y semicorchea que le marca el independentismo catalán al señor Mata, Puig y Sánchez . Y es que, versionando políticamente aquel refrán castizo, podríamos decir que el socialista no es de donde nace, sino de donde pace.

Así ocurre en las instituciones valencianas, donde progresistas, podemitas e independentistas se dedican sonetos de amor que como los de Lope de Vega narran como algunos demócratas han decidido probar veneno por licor dulce.

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