Socialdemócratas

Mal viraje lleva el Partido Popular desde su mayoría absoluta de 2011 y las otras victorias pírricas posteriores. El mal menor, sí, ¿pero a qué precio? La formación política conservadora se ha convertido en un referente de la socialdemocracia europea y Cristóbal Montoro en el mayor exponente de esta ideología nefasta para la clase media.

Esta semana, una imagen abominable ha quedado solapada por las de la nieve –que por cierto no entiendo tanto revuelo a unas típicas estampas de invierno, ni que España estuviera en las Antillas Francesas- la instantánea en cuestión era la de S.M. El Rey y 17 presidentes de los reinos insaciables de taifas junto a la vice, Mariano y Montoro sin los de Vascongadas y Cataluña . Cualquier español supo que esa fotografía con banderines de colores de toda índole, como una feria de tiempos pretéritos, no iba a ser buena para la clase media española. Pues de los dineros que se llevan los gobiernos autonómicos, los ciudadanos no vemos más que impuestos, impuestos e impuestos. A la vergüenza sanitaria de los 19 sistemas de salud, se une la de la educación y la que está arruinando a mucha gente: las que tienen que ver con las herencias. Pregunten en Andalucía por ejemplo. Con lo que nos queda claro una vez más, que esa cumbre de presidentes regionales no crea soluciones, sólo problemas, más problemas para los españoles. ¡Viva la clase política española!

Antiguamente las guerras se ganaban con tres cosas: dinero, dinero y dinero. Ahora las crisis, con tres también: liberalismo, liberalismo y liberalismo. Mientras las reglas del juego sean las que son actualmente, no nos quedará otra mejor receta que la del liberalismo, hasta los más reacios como yo, lo vemos como la mejor solución. España no puede soportar otra embestida fiscal como la que nos prepara Montoro , los autónomos, los asalariados solteros, los que intentan salir adelante cada mañana, merecen un respiro, un aliento que falta desde 2011 y así no se puede capitanear nada ni en el próximo congreso del PP, ni en las Cortes, ni en Bruselas ni en Tombuctú.