Ferran Garrido - Una pica en Flandes

Sin opción para la derecha

«Con el PP en medio de la mayor crisis ideológica, estructural y electoral de toda su historia y con el ralentizado camino ascendente de Ciudadanos, los resultados van a ser los que todos vemos venir»

Pablo Casado se hace una autofoto con varias simpatizantes en Valencia el pasado sábado EFE

Siempre me gustó el sistema electoral francés. Es distinto del nuestro y puede que mucho más efectivo. El nuestro está anticuado y la Ley Electoral por reformar, aunque ocasiones para reformarla ha habido y, nadie, absolutamente nadie, una vez conseguida la mayoría, ha movido un solo dedo para cambiarla.

Lo que pasa es que a veces, las circunstancias y los calendarios nos sitúan en una situación aparentemente, sólo aparentemente, similar a la de esos países que tienen una segunda vuelta electoral. Pero no nos confundamos. Lo que se nos viene encima es la elección de alcaldes y, además, la elección de nuestros representantes en Europa, con toda la importancia que ambas cosas tienen. Así que mejor no confundir con lo de segunda vuelta y tal, y tal.

Nunca le hago mucho caso a las encuestas electorales , de hecho venimos de una larga tradición demoscópica de errores garrafales. Y miren que le he dado caña al CIS de Tezanos y sus prospecciones culinarias sociológicas pero, como rectificar es de sabios, esta vez y a la vista de los resultados de las Generales y las Autonómicas, y de los que se avecinan en Municipales y Europeas augurados por todas las encuestas, hemos de plegarnos a la realidad. Y la realidad es tozuda. Como decía la canción de Serrat “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

Ya que hablamos de remedios, tal vez la solución no sea otra que la de plegarse de una vez a la realidad de un pueblo soberano que decide quién ha de gobernar. Y esta vez la opción mayoritaria va a volver a ser la del bloque de izquierdas . Y, si les digo la verdad, coincido con las encuestas en este análisis, pero no me hace falta leerlas. Se palpa en el ambiente.

La derecha, las derechas, no tienen ninguna opción. Es verdad que en el reparto de alcaldías los resultados se maquillan con victorias electorales en un sitio o en otro, y con triunfos y mayorías en este o aquel distrito, pero es más que evidente que el terremoto electoral de las elecciones que acabamos de pasar ha creado una tendencia que va a ser imparable. Y no me extraña en absoluto. Insisto, la realidad es tozuda, aunque nos empeñemos en no querer verla.

Con el Partido Popular en medio de la mayor crisis ideológica, estructural y electoral de toda su historia y con el ralentizado camino ascendente de Ciudadanos, los resultados van a ser los que todos vemos venir. De Vox no espero más que lo que sucedió en las elecciones de abril. Es una burbuja ultra y radical que ha tocado techo arrastrando consigo al PP, tal y como en la otra orilla le ha ido pasando a Podemos que, a medida se ha ido desinflando, ha vuelto a hinchar las urnas con papeletas socialistas. Y es que al final, las aguas vuelven a su cauce y cada cual debe hacer análisis de conciencia y colocarse en su sitio. De lo contrario lo harán las urnas y la gente, como así ha sido.

La democracia tiene sus propios mecanismos de corrección y ya ha solucionado el problema de la izquierda devolviendo al Partido Socialista a su lugar. Ahora ha de pasar lo propio con la derecha, pero la travesía del desierto va a ser larga , con una fragmentación evidente y una empanada ideológica que ha llevado a los populares al movimiento pendular que va desde las posiciones más ultras a las del centro moderado sin solución de continuidad y por obra y gracia de la matemática electoral y la adaptación a la realidad de la derrota. Y no es eso, no señor, no era eso, porque la opción era la renovación hacia una derecha del siglo XXI, pero llegaron tarde.

Esa renovación del PP ya la ha hecho Ciudadanos, aunque no se manifieste en resultados electorales fulgurantes por obra y gracia de la fragmentación del voto de la derecha. Si los de Albert Rivera consiguen aunar voluntades, intereses de los ciudadanos y sentido de Estado, se convertirán en esa derecha del nuevo siglo si el PP no consigue parar su sangría continua de votos, de militantes y de simpatizantes.

Y para muestra me sirven las previsiones para la ciudad de Valencia con un nuevo ascenso del voto socialista, un bajón popular y un frenazo de Ciudadanos. Y no pierdan de vista el resultado electoral de la capital de la Comunidad Valencia porque de ese resultado, Compromís y Podem de por medio, dependerá el futuro del pacto de gobierno en la Generalitat . Al tiempo.

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