Ferran Garrido - Una pica en Flandes

La Selectividad

«El asunto de fondo es la validez de una prueba obsoleta de la que solo ha cambiado el nombre»

Imagen de un examen de Selectividad EFE

ABC

Hay cosas que aunque cambien de color, siguen sabiendo a lo mismo. Ya las puedes forrar de chocolate que su sabor no cambia, porque llevan el regusto de lo rancio metido en la receta. Recuerdo con horror mi examen de Selectividad . El Selectivo, ahora PAU de mejor nombre , que nos las hacía, y se las hace, pasar canutas a todos los aspirantes a estudiante universitario, y que no ha cambiado más que de nombre desde su creación, por mucho que se nos quiera vender como una prueba reformada y actualizada. Para nada.

Digo que lo recuerdo con angustia. Y eso que fui buen estudiante. O, tal vez, precisamente por eso, por ser consciente de que uno se jugaba un pasado de estudio y esfuerzos, y un futuro de vida y trabajo, a una sola carta, en un par de días y en manos de la arbitrariedad de la suerte.

Aprobar o no, en definitiva, es cuestión de suerte. Y de haber estudiado, claro. Pero una vez asumido el estudio, es cuestión de suerte. Entonces como ahora. No ha cambiado nada. Suerte en los temas que salen y suerte en que los que plantean los temas no decidan subirse a la luna y al Olimpo de la sabiduría para hundir en la miseria a los examinandos que ven frustradas sus expectativas de éxito ante la imposible resolución de las preguntas. A ver, que nada es irresoluble, pero que un bachillerato no da para llegar hasta el final de conocimiento de los confines de la ciencia, ya me entienden.

Yo quiero ir un poco más adelante de si el examen está bien o mal puesto, de si las preguntas son más o menos difíciles y de si los temas están bien seleccionados. Eso es quedarse en el envoltorio del problema y a mí me gusta, por pura deformación profesional, dejar a un lado la cáscara para llegar hasta dentro del fruto. Se lo digo, pura curiosidad profesional como método de vida. Y así me va, pero no puedo evitarlo.

Imagen de un examen de Selectividad EFE

Esta vez, miles de firmas de protesta en una plataforma digital por un examen de matemáticas que ni los profesionales podían resolver en el tiempo concedido a los alumnos. Concentraciones ante la Conselleria. El Sindicato de Estudiantes que hace lo que tiene que hacer y reclama que no se evalúe ese examen de Matemáticas II tras entregar las 41.000 firmas recogidas. Que nadie se escandalice, que los sindicatos están para eso.

Pero el problema es otro. No el hecho puntual, o no tanto porque se repite cada año en esta o aquella comunidad autónoma, sino el asunto de fondo de la validez de una prueba obsoleta de la que, insisto, en el fondo solo se ha cambiado el nombre.

Es indiscutible que de una u otra forma se ha de evaluar al alumnado, pero no de esta. Lo sé desde aquellos años 80 del siglo pasado que me hicieron sudar tinta en los pupitres de la Universidad. Además, los responsables políticos del asunto, conocedores de los males y flaquezas de un sistema educativo cojo y con muchas carencias, son conscientes de que se ha de cambiar. De que hoy sería más adecuada la evaluación de toda una carrera curricular que el jugarse una vida académica al póker y con cartas tapadas. Me consta, porque conozco a muchos de esos responsables y sé de su entrega, sus conocimientos y su dedicación y vocación.

Por eso han de dar el primer paso hacia una reforma inmediata de la PAU , la Selectividad, el Selectivo, la Reválida o como quieran llamarlo, y convocar una mesa en la que puedan participar todas las partes implicadas, incluidos los estudiantes a los que tenemos la costumbre de tratar como sujetos pacientes cuando no simplemente como sujetos pasivos.

De la desigualdad de la prueba entre distintas comunidades autónomas… qué quieren que les cuente. Al final va a ser más fácil que un estudiante de fuera de la Comunitat Valenciana obtenga una plaza en nuestras universidades al tener más nota obtenida en un examen más fácil que los nuestros. A mí de dónde venga el estudiante, convencido de la igualdad constitucional de los territorios y los ciudadanos, no me preocupa. Pero a los defensores a ultranza de lo contrario debería ocuparles, al menos, un minuto de reflexión.

Y me da igual si los temas y preguntas planteados estaban en los temarios. Cuando uno va en contra dirección por la carretera no ha de pensar que los que circulan mal son los demás. Háganselo mirar.

[Compruebe aquí si aprobaría el examen de Matemáticas de la Selectividad que ha indignado a miles de estudiantes]

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