Cristina Seguí - EL CSEGUÍ
Ribó se escribe con R de Resentimiento
El señor Ribó se subió al púlpito del consistorio para dejar su intelectualidad en «porretas»

Rosa, Manola y Llum son Libertad, Igualdad y Fraternidad . Las tres señoras y reinas magas laicas y de máxima honorabilidad a las que el alcalde de Valencia, Joan Ribó, invitó al balcón del Ayuntamiento de Valencia y al escaparate de la burla nacional el pasado día 4 de enero. «Tres señoras de máxima honorabilidad» es quizás la única pieza de esta columna inmune al sarcasmo. Lo son y punto. Sin ambages.
No obstante, sí son algo más que eso: son un ejemplo más de en qué ha convertido a la mujer la izquierda de este país . Y, especialmente, la izquierda de Compromís, cuyo único alimento en el estómago desde su creación es el germen de la desigualdad, la fricción y la división como justificación de su mera existencia. Desigualdad protagonizada por aquellas mujeres que se someten voluntariamente al arbitrio ideológico de la inferioridad. Inferioridad mentirosa y que sólo acepta como verdadera a esta clase política que domina a la mujer con condescendencia y zancadillea a las que no nos alistamos en su club.
Esas fueron, precisamente, las mujeres subidas a esta carroza laica patrocinada por la Sociedad Coral el Micalet , el bastión de la botánica comunista y antisistema de las CUP y Compromís. Esos mismos que, hace ahora año y medio, el día de la abdicación de Juan Carlos I , fabricaron con sus propias manos aquella guillotina de libertades y epifanías que exhibieron en la plaza del Ayuntamiento de Valencia. Entonces Ribó todavía no era alcalde. Sólo un puro director de «la orquesta» miliciana rasa. El odio republicano de la década de los años 30 todavía no se había hecho con la alcaldía, que le fue entregada un año después por el PSPV.
Esta vez, la soez fábula recreada por el alcalde cainita el pasado día 3 frente a los niños valencianos, no se limitó a escenificar otro nuevo escarnio a la libertad de la mayoría para la que no gobierna. Ese día, el habitual lenguaje bucólico y pastoril del alcalde fue poseído por el espíritu republicano del impostado monárquico Almirante Aznar, quien, tras las elecciones municipales de 1931, exclamó aquello de «La España que anoche se acostó monárquica, hoy se ha levantado republicana» . Esa fue precisamente la ensoñación y la felonía recreada en la casa de todos los valencianos por el impío señor Ribó, consciente de que, en las elecciones municipales del 31, los concejales monárquicos de la nación cuadruplicaban a los republicanos. Y, salvando las distancias de la época, en las elecciones municipales y autonómicas de hace siete meses los conspiradores de rebotica volvieron a recibir el mando de aquellos que tampoco ganaron gracias a la consecución de un nuevo frente popular. De ese PSOE que ahora sienta posaderas en el regazo de la ultraizquierda lusa para que el éxito de Rusia, Corea y Venezuela vuelva a explicarle la receta correcta.
Así, con el relevo espiritual del Almirante Aznar, el señor Ribó se subió al púlpito del consistorio para dejar su intelectualidad en «porretas» con un pregón que lanzaba loas a Valencia como si ésta fuera su conejita republicana. Mientras, las tres reinas magas tan voluptuosas como intachables, prestaban su bustier de copa D para la causa: distraer otros onanismos distintos a los republicanos del señor alcalde, que, ante nuestra impotencia, sigue buscando en Valencia su «Canaán» anticlerical. Una Valencia donde una sociedad nacida en democracia es víctima de las frustraciones personales que crean políticos frustrantes que son, a su vez, carne de diván.
Libertad, igualdad y fraternidad son la paradoja afrancesada de un gobierno tripartito en el que estas son violadas sistemáticamente hasta reducirlas a consignas de pancarta. De defender la libertad, esta no sería jibarizada en una comunidad donde los padres ya no pueden elegir la educación de sus hijos, ni estos disfrutar de las tradiciones. De defender la igualdad, la naturaleza, la fortaleza y la capacidad de la mujer no habría sido acobardada por la prosa vaginista del falso feminismo.
Y por supuesto que, de defender la fraternidad , este tripartito no abogaría por un referéndum independentista ante el que jamás quisieron postrarse los valencianos.De ser honesto, Joan Ribó no hubiera escondido sus complejos bajo las galas de las magas, sino que hubiera puesto a desfilar a sus reyes partisanos: Odio, Provocación y Resentimiento.
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