José Font - LOS CUADERNOS DE NAPOLEÓN
Refundación
«En la Comunidad Valenciana se había instaurado un régimen con el clientelismo político habitual»
Todo imperio entra en decadencia y cae. Hasta Roma agonizó durante siglos para morir en el 476 d.C. después de haber sido el hito del acontecer histórico más importante de nuestra civilización. No iba ser menos el Partido Popular de la Comunidad Valenciana . Desde hace un tiempo estamos asistiendo a la disolución moral del que fue durante dos décadas, el paradigma del buen gobierno, del progreso autonómico, de la modernidad y del valencianismo leal español.
Algo podríamos sospechar allá por los años de gloria con Camps como Molt Honorable y el flamante vicesecretario general Costa al frente de la Comunidad Valenciana. Los vicios y malos hábitos iban instalándose tan adentro del partido político, que hasta cambió de sede, desde la emblemática Plaza del Ayuntamiento hasta un lugar remoto poco comprensible aunque arquitectónicamente faraónico, algo que parte de la militancia no acogió muy bien.
Rita Barberá dirigía con mano de hierro la ciudad del Turia desde 1991, convirtiendo la tercera capital de España en un enclave cultural, histórico y digno, algo que había perdido con las anteriores administraciones socialistas. Valencia brillaba de nuevo. Pero la desidia, la soberbia, y la falta de decoro empezó a medrar en el fuerte castillo popular. Nada se podía temer, ni el PSPV representaba alternativa –tampoco ahora aunque gobiernen- ni los residuos nacionalistas alejados del sentir popular del pueblo, amenazaban al régimen campista, coincidiendo con un currículo intachable hasta la fecha y una herencia política de ocho años de buen gobierno aznarista. Etando las tres capitales, diputaciones y gobierno autonómico controlados, el partido valenciano debía ser el otro paso para presionar a Génova 13.
Las batallas entre ripollistas y campistas -una guerra entre los antiguos colaboradores de Eduardo Zaplana atrincherados en Alicante y los nuevos amos y señores del PPCV bajo el amparo de Francisco Camps - no eran sólo una lucha por el control del partido, estaba en juego también algo vital para todo régimen: el poder socio-económico, donde los idealistas no tenían cabida, y las corrientes con carácter ideológico dentro del PPCV estaban totalmente marginadas y alejadas de cualquier poltrona. Así es como fue dividiéndose la militancia valenciana y se sembró el odio, provocando la aparición de nuevos partidos políticos en la mayoría de ciudades de nuestra comunidad. Las fidelidades se pagaban con sillones en las cortes y en los cargos de la Generalidad. Otras lealtades iban de cabeza de lista en los pueblos, incluso en contra del sentir mayoritario de las ejecutivas locales y de la respectiva ciudad. Los ecos de verdadera renovación y las ansias de savia nueva , chocaban con el sistema desde el más alejado pueblo alicantino del sur hasta la ejecutiva local más norteña castellonense, pasando por la metrópoli “popular” del Cap i Casal. En la Comunidad Valenciana se había instaurado un régimen con el clientelismo político habitual y los correspondientes satélites empresariales, los vicios de la vieja política, algo que forma parte del ADN de esta piel de toro llamada España.
La carencia de debate interno y oxigenación del partido ha cristalizado en lo que hoy vemos en todos los medios de comunicación y redes sociales: casos bochornosos, algunos legales, otros ilegales pero que en definitiva, son un claro exponente del nuevorriquismo valenciano chabacano.
La regeneración del Partido Popular de España es necesaria , tras haber fracasado en todos los comicios celebrados desde 2014 y salpicado por los casos de corrupción, el gran partido del centro-derecha español, debe acometer los cambios que le permitan conectar con su electorado tradicional y por supuesto con la mayoría de ciudadanos. En esta misma línea, y quizá en primer lugar el Partido Popular de la Comunidad Valenciana debe iniciar ese proceso, con un congreso abierto, cada militante un voto, así aún habrá esperanza de subsistir, y a medio-largo plazo de gobernar otra vez, de lo contrario, el PPCV está abocado a desaparecer como ya lo hizo Unión Valenciana aquí o la UCD en España . Desde Madrid, deberían estar muy preocupados pues sin el vivero de votos que siempre fue nuestra autonomía, también acabará el partido nacional, rematado por este grave problema que avergüenza a cualquiera. Y sin PP no hay democracia posible, como tampoco la habría sin un partido de izquierdas. Este es el escenario anhelado por los adversarios políticos de los populares y soñado por los enemigos políticos de la Constitución de 1978 . Todos sabemos quiénes son fuera de las filas del PP, esos enemigos, ahora descubrimos quiénes lo eran dentro del mismo.