Covid-19

Rabia en las UCI por el coronavirus en Valencia: «La cara de pánico cuando no pueden respirar no se me olvida»

Los intensivistas valencianos acusan el desgaste emocional con la mayor presión asistencial del país tras casi un año de pandemia

En directo | Última hora del coronavirus y las restricciones en la Comunidad Valenciana

Coronavirus Valencia en directo: una familia relata el drama de los pacientes del antiguo hospital La Fe

Imagen tomada desde el exterior del Hospital Clínico de Valencia EFE
Toni Jiménez

Toni Jiménez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Tras una muerte por coronavirus , en la UCI solo queda la rabia y la frustración. Hay que multiplicar esa cifra por cien para entender el desgaste diario de los intensivistas en la Comunidad Valenciana: «Como si todos los días un avión mediano se estrellara». Son los responsables de lidiar con un enemigo invisible que ha llevado al colapso a unos espacios en los que se ha atendido a más de tres mil enfermos desde el inicio de la pandemia. Uno de cada diez hospitalizados ha requerido sus cuidados .

[Coronavirus Valencia en directo: una familia relata el drama de los pacientes del antiguo hospital La Fe]

Son el último eslabón del sistema, y aunque las hospitalizaciones parece que empiezan a decrecer una vez pasado el efecto de las Navidades, las unidades de críticos siguen en cifras récord . El domingo había 670 personas ingresadas en las UCI más saturadas del país. Esta semana, de hecho, esperan alcanzar su pico máximo, algo que les ayudará a «respirar hondo» para planificar mejor lo que venga en los próximos días, porque ya advierten de que esta tercera ola, convertida en «acantilado», no ha terminado.

Solo este mes de enero, el peor de los once que llevamos de pandemia, han muerto más de 1.800 personas por coronavirus en las tres provincias. Mientras, el intercambio de pacientes entre centros según su capacidad sigue a la orden del día y los hospitales continúan el juego de encajes para ampliar las camas disponibles en otras zonas.

En La Fe de Valencia, hasta principios de diciembre los pacientes covid convivieron con los no covid en las unidades de cuidados intensivos, pero a partir de ese momento fue ya imposible y las ucis se convirtieron en un monográfico . Los más veteranos aún recuerdan la tragedia del aceite de colza, pero ni siquiera aquella crisis sanitaria es comparable a la situación actual.

El goteo de ingresos por la pandemia ha sido continuo desde agosto pero la avalancha tras el puente de la Constitución y las fiestas navideñas obligó a habilitar las unidades de reanimación y recuperación postanestésica para enfermos graves del hospital de referencia de la Comunidad Valenciana.

Eso en cuanto a lo material. El factor humano es otro capítulo aparte. Los sanitarios están más preparados que durante la primera ola, pero mucho más cansados . La curva sube y baja. Sin embargo, la presión asistencial ha estado lastrada por los contagios desde el inicio de la pandemia y los profesionales de la sanidad acusan ese desgaste desde hace ya un año.

«Cuando uno decide ser intensivista sabe a lo que se atiende», comenta a ABC Ricardo Gimeno, jefe de sección de las UCI del Hospital La Fe. «Normalmente nos llegan pacientes cuyas enfermedades se han agudizado. Pero ahora no. Los enfermos a los que atendemos hace 15 días estaban perfectos , comiendo con la familia en Reyes. Veinte días después están intubados y boca abajo porque no los puedes ventilar», lamenta Gimeno.

«La cara de pánico y miedo del paciente cuando ingresa en intensivos y ve que no puede respirar y que apenas puede hablar no se me olvida. No había visto nunca ese gesto y es lo que más me impacta . Saben que en cualquier momento pueden acabar intubados y dormidos y el peligro que eso supone. Vienen de estar hospitalizados solos en planta y el contacto humano más próximo es con el sanitario que entra vestido como si viniera de Marte», explica el doctor en referencia al equipo de protección que viste el personal médico.

«Eso te exige una carga emocional que también estamos acusando. Tantos meses después, sigue siendo traumático», agrega su homóloga en el Hospital Clínico de la capital del Turia, Marisa Blasco. Ambos coinciden en que la pandemia es lo peor que les ha pasado a nivel profesional y esperan no volver a vivir nada parecido. «Esperamos que sea ya parte de nuestra historia», confía Blasco.

Imagen del traslado de un enfermo al hospital La Fe de Valencia ROBER SOLSONA

«¿Podríamos haberlo evitado?»

En la Comunidad Valenciana, la región más golpeada por esta tercera ola, la mortalidad por coronavirus se ha disparado un 61% en el último mes en el tramo de edad entre los 50 y los 60 años. Seis de cada diez fallecidos desde el inicio de la pandemia han sido hombres. Es justo el perfil de pacientes que copan las UCI con la mayor ocupación de España , al 63% de las camas disponibles.

Los intensivistas rechazan el mantra extendido a nivel social de que solo los más mayores o las personas con patologías previas requieren sus cuidados. Nada más lejos de la realidad. «Tenemos a algún hipertenso o con un ligero sobrepeso, pero un porcentaje importante de los intubados ni siquiera tiene factores de riesgo identificables», concreta Ricardo Gimeno.

«Una de las enfermas con peor pronóstico que he atendido y ha sobrevivido tenía 16 años. Pero otros pacientes jóvenes, de entre 35 y 40, no han tenido tanta suerte. Les hemos dormido con la promesa de que los despertaríamos y no la hemos podido cumplir », lamenta Gimeno, que la semana pasada vio fallecer a dos personas de 43 y 60 años. «Es una lotería y las secuelas si sobrevives también son muy duras. Los periodos de recuperación son eternos», apunta.

Marisa Blasco añade que el cambio más evidente de esta ola, además del incremento en las hospitalizaciones, es la edad media de los enfermos críticos. «En la primera fue de entorno a los 65 años y siempre ha habido gente joven, pero sin tener cifras exactas todavía, nuestra sensación es que se ha avanzado una década», coincide con su compañero de profesión.

La también presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Intensiva señala que ver perecer a gente con toda la vida por delante siempre es duro pero, a diferencia de otras patologías, «da rabia saber que todas esas muertes se podrían haber evitado» .

«Está siendo terrible. Estamos acostumbrados a pelear mucho, a ayudar y acompañar a morir de una forma digna, forma parte de nuestro trabajo, pero esto nos ha descolocado mucho», asevera Blasco. «¿Podríamos haberlo evitado? ¿Podríamos haber dicho las cosas más claras para que la gente se cuidara más? », se pregunta. «Somos nosotros los que tenemos que velar por nuestra propia salud, no hace falta que ningún político tenga que dictar una norma para eso», recalca el jefe de sección de UCI de La Fe.

Ahora, cuentan, empiezan a poner el foco en las secuelas que dejará en otras dolencias el actual colapso del sistema sanitario valenciano. Esa factura tampoco entenderá de edades.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación