Guillem Bertomeu - LLETRAFERIT

Problemas de aprendiz

Ciudadanos y Podemos han construido un proyecto desde el tejado, con las prisas de las sucesivas citas electorales

Montiel, líder de Podemos, aplaude de pie junto a sus compañeros en las Cortes MIKEL PONCE

GUILLEM BERTOMEU

Estos ya viejos partidos políticos que se presentaban como nuevos , y me refiero a esos a los que se puede conocer por colores (naranja y morado), o por ser partidos de referentes individuales y personalistas, Iglesias y Rivera, o partidos con poca democracia interna con gestoras creadas por revueltas contestatarias, donde se llega a expulsar a secretarios de Organización vía sms, o donde no está muy clara su forma de financiación… Esos, de los que aún no hemos dicho su nombre aunque todos sabemos de quiénes hablamos, han vivido un año incluso más difícil que los viejos partidos, a los que no quería parecerse para nada. Y han demostrado comportarse igual o peor, en su corta vida política.

Ciudadanos y Podemos han construido un proyecto desde el tejado , con las prisas de las sucesivas citas electorales, sin poder armar una estructura sólida de mensaje, proyecto y personas, y el éxito, en el que la máxima habilidad es saberlo gestionar, se les ha vuelto en su contra. En España han pasado de ser decisorios a poder caer incluso en una invisibilidad , o mejor dicho una irrelevancia, de tres largos años por delante, sin citas electorales por medio.

Los morados de la Comunitat Valenciana también se mueven en una clara dicotomía, por un lado estar aguantando un Consell con los votos de sus diputados, y por otro estar sin tocar las mieles de gobernar a golpe de presupuesto. La postura de ser el sostén de Puig y Oltra quedó al principio muy bien, muy demócrata y muy hípster , pero con el tiempo el solo pasar la mano por la pared agota, y más cuando elección tras elección el voto popular se les escapa entre los dedos.

El tripartito en el Consell ha evidenciado que son solo socios por el mero hecho estadístico de cuadrar unos números , pues para analizar las broncas o discrepancias internas de este Consell «mestizo» necesitaría varias columnas más.

Los naranjas por su parte se baten entre ser el «partido abstencionista» (así los llaman varios concejales en el propio Ayuntamiento del Cap i Casal) y el no tener un grupo sólido en las Cortes Valencianas. Además, la falta de un liderazgo claro sin tener ni un mensaje ni un proyecto definido en clave valenciana. Al final el moverse siempre en medio de las aguas hace que nunca llegues a ninguna orilla. Tienen tres años para comenzar a «mojarse» en el futuro y en el proyecto que quieren para la Comunitat Valenciana, y si no pasarán a la irrelevancia autonómica y municipal más absoluta. El tiempo dirá, pero pueden usar el verano para reflexionar.

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