Cristina Seguí - EL CSEGUÍ

La pérdida de trincheras de la izquierda valenciana

«Por fin Oltra y Puig nos muestran el milagro del tripartito valenciano»

Imagen de la manifestación celebrada el domingo en Valencia EFE

Tras las de Ortega y Gasset , y las del propio Suárez , quizás hayan sido las de Víctor Hugo las citas peor consignadas en la política nacional. Recuerdo aquella que tan afanosamente apelaba a las emociones en campañas ciudadanas: “No existe en el mundo nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento” , pero que, sin embargo, se quedaba coja en lo esencial. Porque, en realidad, los cambios no suceden desde el rigor y la disciplina partidista, sino desde cada individuo y su libertad. Uno a uno. Desde su espacio diminuto, atómico, único y personal . Este es el mejor combustible para empujar el motor de una sociedad, como la que orgullosa e imparable ayer se despertó en Valencia, donde hasta 40.000 personas se reunieron para defender la calidad educativa de sus hijos y su derecho inapelable a decidirla en libertad. Ayer 40.000 valencianos clamaron contra los recortes en la educación concertada.

¿Inaudito, verdad? 40.000 personas exclamando frente al semblante impávido de ciertos medios de comunicación que, hasta ahora, han vendido y probablemente sigan vendiendo la palabra “recortes” como un pequeño souvenir barato y fabricado en masa para unos cuantos turistas despistados. Turistas que, en realidad sólo disfrutan de un microclima prefabricado para conocer una minúscula parte de la realidad . La otra es la que no leen desde sus teleprompters. La de Mónica Oltra , vicepresidenta de la Generalitat Valenciana, la de Chimo Puig , presidente de la misma y fiel timorato de Oltra y su talibán de las causas del prusés y actual conseller de Educación Vicent Marzá , quien tuvo que aguantar desde su retiro dominical 40.000 voces que sí eran valencianas exigiendo de inmediato su dimisión.

¿Inaudito, verdad? Los mercantilistas de las mayorías sociales y que, sin embargo, jamás la han disfrutado. Los que en cada aparición pública se erigen como los “sacerdotes” de los más desfavorecidos , quienes jamás les firmaron un contrato. Los que hace tan sólo un año hablaban de trincheras colocadas frente a las instituciones y parlamentos públicos y, hoy, ven como los fortines los levanta “la gente” que nunca les perteneció frente a sus propias narices. Por fin Oltra y Puig nos muestran el milagro del tripartito valenciano : d espertar a una sociedad civil que, hasta ahora, permanecía adormilada. Ahora las trincheras tienen nuevos amos.

Imagen del conseller Marzà en el congreso del Bloc EFE

Y bastante lejos de ellas, desde el ahora incómodo sillón de su minoría y franquicia catalana, se apresuraron Oltra y Marzá a hurtar el logro y la voz de la mayoría social que no les pertenece para atribuírselo con deliciosa torpeza al Partido Popular . Y es que tanto se esforzaron en ningunear la autoritas moral de la ciudadanía, que fueron ellos mismos quienes le hicieron la campaña por un día a los de Bonig al asignarles la hazaña de la masiva concentración.

No fue de extrañar que la cúpula del PPCV batiera las palmas cantando "Libertad, libertad" . Sólo faltaban media docena de bicis para hacer un remake idílico de verano azul.

Menudo favor les hicieron Oltra, Marzá y Puig a los populares con sus posteriores titulares: “Fueron únicamente unos cientos” , de Marzá, y “Ha comenzado la campaña de la desigualdad del Partido Popular” fueron dos de las frases más torpes de los dos Compromisistas, seguramente diseñadas para cumplir el expediente con los habituales voceros perezosos que, de relatar el acontecimiento, querrán para hoy un titular falaz, tullido y complaciente. Dos frases que evidencian dos grandes debilidades de los actuales dirigentes del Gobierno valenciano: El primero es que, como buenos marxistas-leninistas , siempre tienden a contar por lo bajo. Quizás debido al acto reflejo del comunismo que hace siglos aprendió a dejar de contar hambre y muertos. Y el segundo es que al no concebir la libertad individual, el ser humano sólo puede existir y actuar bajo el patrocinio del partido político de turno. Es el defecto de profesión de aquellos que compraron a Puig la educación valenciana para fabricar clientes en lugar de para preparar a personas formadas y libres. El sistema de autodefensa de la mediocridad política que ayer domingo no pudo mercantilizar un movimiento social por primera vez en muchísimo tiempo.

La estrategia, a partir de ahora , será seguir atribuyendo de forma mentirosa a la educación concertada un supuesto elitismo. Y nuestro deber desde la sociedad y los medios de comunicación será desmontarlo -Lean el artículo “Jaime” en este mismo periódico-. Los concertados son centros que en muchos casos no cobran ni matrícula ni cuota mensual a las familias más desfavorecidas. Son colegios que sacan adelante a niños maravillosos con complicadas dificultades de aprendizaje como el Síndrome de Down y el Asperger. Y en los que, en ocasiones, incluso sus mismos profesores que hoy Oltra y Marzá quieren echar a la calle son los encargados de pagar el comedor de los niños a sus propias familias.

Mientras, ellos, los jerarcas del nacionalismo catalán en el que también figura el agotado Puig , meten la mano en la cesta de la compra de esas y otras familias, retiran los fondos a Cáritas y el banco de alimentos y pretenden acabar con colegios cuya inmensa labor social jamás quiso acometer la izquierda. Para el actual Gobierno poco importa, pues todo lo que les he contado en estas líneas obedece a la transacción que firmaron el PSPV y los nacionalistas. El a poyo suficiente por parte de Compromís a un PSOE valenciano que hace tiempo que está en el tanatorio, para que Puig alcance su paga de expresidente a cambio de dirigir e imponer el monopolio de la educación pública sustituyendo a profesores independientes por los colocados por la Intersindical de Marzá y los països catalans, STEPV, y así aprovechar la deriva independentista de Cataluña. Lo cierto es que la actual confluencia Compromís-EU más las actuales y futuras bases socialistas serán de aquí a tres años un único proyecto político que, dirigido por Oltra, querrá convertir la Comunidad Valenciana en satélite de Junts pel sí y la CUP. Recuerden que ellos están en las instituciones, pero todo dependerá de que ustedes no abandonen las trincheras recién tomadas.

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