Cristina Seguí - EL CSEGUÍ
El pene heteropatriarcal
«Lo relevante era saber con quién se acostaban antes de ser masacradas por un yihadista»

«Mi apoyo al entorno de las víctimas de Orlando y de las dos mujeres asesinadas en 24 horas. Víctimas de la misma lacra: El heteropatriarcado». Ese fue el mini mitin político que Alberto Garzón , colíder de Unidos Podemos, se marcó en Twitter a costa de la vida de las 50 personas asesinadas y 53 heridas el domingo en Oregón a manos de Omar Mateen , afgano de 29 años y que sellaba así su compromiso con el Estado Islámico.
Así que para el diputado oligarca de la izquierda, este atentado fue culpa de un pene heteropatriarcal que dominaba a una especie de ser humano repitiéndole “mátalos a todos, mátalos a todos” y de todo aquel hombre culpable de ser heterosexual por las fuerzas convergentes de la moral católica, Franco o la perniciosidad del capitalismo.
La culpa del asesinato múltiple era de todo aquel sin el carnet de hembrista subsidiado que hoy en día se expide desde una ventanilla de la administración. Con esa facilidad, la “Gauche divine”, equiparó la criminalidad del asesino y del islamismo radical -que calificó el magnicidio como “el mejor regalo del mes sagrado del Ramadán”- con aquellos que atendíamos horrorizados y estupefactos al brutal atentado terrorista.
Mi apoyo al entorno de las víctimas de Orlando y de las dos mujeres asesinadas en 24 horas. Víctimas de la misma lacra: el heteropatriarcado
— Alberto Garzón (@agarzon) 12 de junio de 2016
Eran 50 personas, pero de repente, lo relevante era saber con quién se acostaban antes de ser masacradas por un yihadista . Ignoro cuántos del centenar de muertos que el IS asesinó en Bataclan eran gays, heterosexuales, bisexuales, ojizarcos, latinos o preferían el chuletón a los berberechos., lo único que sé es que mientras la gente de la calle llora a los ejecutados sin distinción alguna, la clase política y todo aquel que contumazmente reduce la identidad del muerto a sus preferencias en la cama, les usa ad hominem y en beneficio propio, obligando a las víctimas y a sus familias a posar para volver a recibir la bala en acto de campaña o en algún slogan de su propaganda. Las 50 muertes de Orlando fueron tan photoshopeadas como la aterciopelada piel de porcelana que Garzón luce en los carteles de campaña imitando a Crispín Klander.
Garzón d ebió escribir su tuit tras guardar su pene heteropatriarcal y su imagen de ligón de instituto en algún cajón de la sede de UP, para así culpabilizar al resto de los hombres que componen la sociedad española con mayor legitimidad. Tras ello, y para instrumentalizar políticamente el exterminio del medio centenar de víctimas de Orlando, sólo necesitó omitir deliberadamente que el asesino era un fundamentalista del DAESH, y que él, alejado de la altura requerida a cualquier demócrata defensor de las libertades, se negó a firmar el pacto antiyihadista el pasado año. Mola. Albricias de la efebocracia que tanto se lleva junto al pertinente mostacho de Pancho Villa revolucionario y unas deportivas Múnich de 90 pavos.
Y tras la manipulación política llegó la intimidación de la guardia de corps de cualquier izquierda que se precie de serlo. La de aquellos que monopolizan el purismo humano gracias a las ventajas adquiridas al pagar la cuota de afiliado del club del buen homosexual que, además, suele rechazar a sus homólogos cada vez que estos no pagan su peaje de peón colectivizado.
Esos actores de los lobbies LGTB nos motejaron de “homófobos” a todos aquellos que no condenamos el atentado presentando en un tuit la credencial sexual del difunto, como si, por compartir estos la predilección carnal de los asesinados, hubieran estado allí. Encerrados con ellos o empujándoles hacia la salvación de la escabechina yhadista a costa de jugarse su propia vida. Todos ellos acataron como dogma de fe que el fundamentalismo religioso - que exterminó a 130 personas en París y a 50 en Orlando-, no es obra del islamismo, mientras la homofobia sí es obra de nuestra sociedad occidental y no de las teocracias islamistas como Arabía Saudí, Emiratos Árabes, Irán, Mauritania, Somalia, Sudán del Sur o Yemen, donde a los hombres se les ejecuta por tener relaciones con alguien del mismo sexo. Jamás escuché a Garzón decir nada al respecto. Jamás ocurrió. Lo que sí sucedió fue el voto de IU contra la resolución del Parlamento Europeo que catalogaba el exterminio del IS de las minorías religiosas y étnicas como genocidio . De esas minorías que no contaban, porque entre los suyos, no daba sino que quitaba votos.